Hace tiempo quiero contar esta historia pero las palabras no se atreven a salir de mi boca. El silencio hace ruido y los recuerdos se escapan de mi memoria. A veces solemos creer que todo tiempo pasado fue mejor, porque nos aferramos a los viejos recuerdos, creyendo que nada puede ser peor, que nada más podría suceder. La incertidumbre con el tiempo se apropia de nosotros, teniendo que improvisar el día a día. Ahora ¿les soy sincero? Para mí todo tiempo pasado fue peor, ¿por qué? Eso es de lo que quiero hablar; mi historia. Me hes difícil recordar ciertos acontecimientos pero de todos modos lo haré. Intentaré acercarme a los hechos a través de las palabras. Sin más preámbulo, me gustaría poder comenzar por el final, que por cierto, es lo que más recuerdo.

Llegar a un país desconocido fue bastante interesante y algo aterrador. Creo que todos nos sentimos atemorizados por lo que no conocemos. Sentí frustración por lo nuevo; la cultura, el idioma, la gente y su manía de creer que son mejores que el resto, simplemente por vivir aquí. A penas bajé del barco no sentí ningún tipo de hospitalidad o gentileza, sólo veía caras que no sabían disimular el desagrado que nos tenían o seguramente era lo que nos daban a entender esas expresiones poco altruistas. Ahora se preguntarán ¿por qué decidí irme si le temía a los cambios? Muy simple, la guerra y el frío en Europa se aproximaban, todos los sabíamos. La gente como mi familia y yo no sobreviviría nunca a aquel acto poco humano y despiadado. 

Mi padre y yo trabajábamos día y noche, mientras mi madre y hermanas se encargaban de las tareas del hogar. Eran tiempos oscuros, mis hermanas morían de hambre, a tal punto de escuchar el sonido crujiente y voraz que provenían de sus estómagos. Recuerdo a mis padres pasando noches enteras temblando de frío para que nosotros sufriéramos un poco menos. Nuestro hogar era pequeño y muy humilde, para no decir que se caía en pedazos haciendo que el frío sea más brusco y violento sobre todo por las noches de invierno. Nuestra ropa ya estaba vieja, rota y no había calzados que no lo estuviesen. El poco dinero que teníamos era para la comida si es que ese día habíamos ganado bien. No teníamos absolutamente nada. A veces daba por sentado que tener un futuro estaba demasiado lejos, no me podía permitir soñar en ser feliz. ¿Saben una cosa? Cuando crean ser miserables, les aseguro que pueden serlo aún más. 

Las noches eran un infierno. La brisa te secaba la piel, mientras los labios cambiaban a un color morado y la respiración se convertía en vapor. Esa noche quería buscar leña así podría hacer fuego el cual nos mantendría a gusto, al menos para poder dormir pero ya era demasiado tarde. El bosque a esa altura de la noche se encontraba peligroso. ¿Todo tiempo pasado fue peor? Por supuesto que si. Esa noche donde el otoño empezaba a desprender sus hojas secas de los árboles, donde oscurecían los días de manera repentina, exactamente ese día debía haber sido más valiente. Por desdicha, la noche se llevó consigo a una persona que amaba mucho. Me duele después de muchos años recordar la piel helada de mi hermana, la más pequeña de la familia. Nunca hubiese imaginado ni por un segundo que sucedería tal hecho atroz pero así fue. ¿Alguna vez sintieron el alma romperse? Si alguna vez les sucede van a entender mi dolor. Un dolor que no sanó, no sana, ni sanará jamás. Incluso si tengo amnesia, no sabré el por qué pero aún así seguiría sintiendo ese dolor y vacío que llevo desde hace años. Me arrepentí de muchas cosas en esta vida pero nunca me perdonaré por esa noche que no fui al maldito bosque.

Les cuento mi historia porque el día que caigan en la profundidad del océano y no puedan salir de él, cuando sientan el agua entrando en sus pulmones, cuando toquen fondo, ahí deben tomar una decisión. Ese mismo día decidí rescatar de la inmensidad del océano, de las profundas aguas que nunca supe nadar, a las personas que amaba. Ya habíamos sufrido suficiente en esta vida para seguir acumulando dolor y desgracias. ¿Decisiones? Tomé muchas pero comenzar de cero había sido la más inteligente. Cuando subimos al barco sonreí por dos razones: primero, porque sabía que tendría grandes oportunidades. Segundo, porque podría cuidar a mi familia aún más que nunca. Como dije antes, todo tiempo pasado siempre fue peor. Ahora, darle vida a un futuro incierto y poco claro sería, a fin de cuentas lo que nos mantendría a salvo.

Ese pasado ya no existe y espero que algún día parta junto a mi memoria.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS