No me baje usted aquí, compae

No me baje usted aquí, compae

Desde el andén los tengo controlaos, amigo.

Mire usté que se hasen ver con el tricornio y el capote, mírelos usté.

El mes pasao me llegó la vuerta en Castellón, que ya casi estaba llegando. Pues ná, qué malaje, que en el Sevillano de vuerta me tuve que montar.

Hoy no me he traio ni la maleta con cuerdas, ni la damajuana chiquitilla pa hartarme de vino si el trenesillo se atascaba en una de esas revueltas, ni la fiambrera, que tengo ya el estogamo pegao a las costillas.

Na más vengo con lo puesto, y una muda en el hatillo, que mi madre le ha bordao las letras.

Ya va a arrancar el puñetero. Que en esta estasión de Álcasar se le va a uno la cabesa, porque palante sé que voy, pero el corasón tira patrás con la historia de salir de la estasión término.

Calle usté y tire ahí alante. Ellos se han subio en el segundo vagón y estarán de palique con el revisor y humándose un cardito de gallina y bebiéndose su poquito de aguardiente.

Si lo sabré yo, que con esta ya van cuatro intentonas.

No, hombre, yo siempre vengo solo. Si arrastro conmigo chiquillos o vesinos menos espabilaos, nunca llegaría.

¿Qué dise usté? ¿Que no he llegao ni solo? Pero llegaré. Allí está Manolo, el que hiso el servisio militar en Melilla conmigo y el hijo de Pascual, el del molino. Que van a montar, disen, unas fábricas mu grandes, de coches, y de maquinaria pa Alemania y va a haber trabao pa tós.

Que están hasiendo un barrio que es como el pueblo, o más grande: como el pueblo y las tres cortijás.

Y nunca se hase de noche y las tiendas tienen escaparates y no solo meriendan los chiquillos.

Y mi mujé se ha quedao con mi suegra. Que ya está de ocho meses y me gustaría a mí que fuera catalán, fíese usté. Un hijo catalán, el lustre que tiene que tener eso.

Y que me diga bonaní cuando vaya a dormirse, como Periquillo y sus primos cuando pasan por delante y estamos al fresco.

O que siga disiendo buenas noches. Qué más da. Pero que tenga pa comé. Que yo no tengo, y bien sabe la Vien de la Sierra que yo no tengo por más peones que echo en el campo porque don Aurelio me tiene atravesao por las culpas de mi pae, que en Gloria esté.

Chssss, cállese usté ahora, que vienen pa cá. Yo me pongo en el marchapié de la puerta y usté la sierra y se apoya en ella por dentro mientras echa un sigarrito. Y cuando hayan pasao, m’avisa.

¿Qué me voy a caé? Pos anda que no lo habré hecho veses. ¿Y no ve usté que vamos como mulo por besana? Si soy capá de bajarme y vorverme a subí veinte veses.

Hágame usté caso, que parese que me tiene el más arto el oillo echao.

Tire usted conmigo al otro coche. Que me coloco en un sarto en el marchapié y usté sierra.

Vaya por Dió. El tren está parando. Ahí hay una estasionsilla pa dejar el correo. Vaya a saber cuál es.

¿Qué hase usté, amigo? Que ya le he dicho que caerme no me caía. No haber abierto, hombre de Dió, que es usté un asustón.

Sí, mi cabo, tenga usted un buen servisio. Había yo salío un ratillo a tomar el aire.

¿Er billete, dise usté? Pué en el departamento. No de este coche, no, de tres coches más pa yá.

¿Que ese departamento va lleno? Si es que por argo son ustés de la Benemérita: tó la informasión en la cabesa, to el tren organisaíto.

Pero mire usté, compae, ¿cómo voy a baarme aquí, de noche, que esto es la chosa de un meloná?

¿Que porque ya van cuatroveses? Eso como va a sé, si yo no he salío de mi pueblo en toa mi vida.

¿Que lo sabe usted de buena tinta? Ay, Cristo bendito, socórreme en esta noche negra, auxíliame en este transe, dame refugio en la desgrasia y lus en la desdicha…

Espérese usté, dígale al maquinista que no arranque, que no sé si hay aquí lobos o alimañas.

Compae, compae, no me baje usté aquí.

Compaeeeee. 

Pues claro que te voy a llamar compae por ensima de los galonsillos, cuñaooo, que ya me dío tu hermana que ni me fiara porque jueras tú en el tren.

Malaje. A ver cómo vuervo yo ar pueblo.

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