CIELO EN EL CIELO: EL ANCIANO QUE NO MIGRÓ.

CIELO EN EL CIELO: EL ANCIANO QUE NO MIGRÓ.

ALFONSO VARGAS

11/04/2020

Se encontraba el anciano Juan sentado en su banca de madera en la terraza de su humilde casa en un bello pueblo llamado Sin Fin, donde antes solo era choza, hoy son ladrillos, donde antes no habían vecinos hoy se cuentan de a mil, al lado reclinado en su cuerpo esta su nieto Elías, conciliando el cansancio del peso de los años de aquel viejo Juan.

El pueblo parecía a esa hora desolado, todos dormían, pero la compañía de ese niño hacía de esa noche para el viejo Juan una noche especial, solo se percibía el ruido que produce la brisa en una noche de esas mágicas.

De repente el niño pregunta por su abuela, a lo que el anciano responde sin vacilar “la vida y el destino, hijo”, recordando que fue torturada y hallada sin vida en lejanías del pueblo sin fin por no querer vender lo que con sacrificio adquirieron, su tierra.

En Sin Fin en aquellos tiempos los problemas parecían no tener fin, los deseos de cambiar los cultivos tradicionales de plátano, yuca, patilla y ñame por coca y marihuana se convertían en un problema para los campesinos de esa época.

De repente pregunta el niño: ¿qué le paso a mi abuela?, a lo que el anciano responde: “no sé a ciencia cierta, escondiéndole lo violento de la verdad, ese día plantábamos bananos en la rosa a unos escasos dos tabacos de aquí y nos llevaron en un animal grande, refiriéndose a la distancia que recorrieron y a la camioneta de alta gama que los transportaba, era un grupo de hombres”, término diciendo aquel anciano mirando al cielo mientras recordaba a la mujer de su vida suspirando.

El niño atendía cada cosa que su abuelo le contaba y preguntó: ¿Cómo te fue en el camino ese día?, el anciano mira fijamente al niño y comenta: hable mucho con cielo, pensaba en lo que había dejado en Sin fin, en el perro lukas que no había comido, en los pájaros, en los patos que estaban en el estanque y en cañón, un cerdo enorme que estábamos poniendo a dieta, hablamos mucho hasta que desapareció.

Como tratando de cuestionar inocentemente lo dicho por su abuelo, el niño pregunta: ¿Desapareció abuelo?, ¿Cómo desaparecen las estrellas?…como las estrellas hijo mío, solo queda el recuerdo en mi mente, responde aquel anciano.

Luego de un momento de silencio, se escucha el cuestionar de un infante inocente: ¿Por qué desapareció?.., aburrida!, aburrida de ver morir los cerdos, de ver como maltratan a los caballos, de ver como contaminamos los ríos, de ver como talaban los arboles para sacar leña, de ver niños cazando pajaritos y además entristecida porque había un niño en el cielo llorando sin nadie que lo cuidara, ese niño es Jesús, ahora está con él, lo cuida en el cielo… cielo en el cielo.

¿La sigues amando abuelo?, a lo que responde el anciano: como cuando la conocí!, en ese momento una brisa refrescante los sacudió como queriendo decirles algo y se apretaron las manos, el niño suspira y dice con voz tenue: ¡qué vida injusta!, a lo que el anciano responde ¡voluntad de Dios!.

Al siguiente día el abuelo invita al niño a caminar, pensando el anciano en recorrer aquellos metros en los cuales transito con su hermosa cielo en las proximidades de sin fin. 

Justo en el punto donde por última vez vio a su esposa con vida encuentra un cofre viejo de madera, el mismo al que ella se aferró el día de la tortura, dentro del cofre una nota.

Al ver a su abuelo agachado recogiendo el cofre el niño se le acerca, y le dice con aquella inocencia característica de un infante: abuelo dejo olvidada mi abuela el cofre y los ángeles no le avisaron, refiriéndose a los hombres armados que los transportaron hasta aquel fin en un día sin fin.

Al llegar a casa el anciano lee la nota: Soy cielo, en un día Sin Fin, coincidimos en un camino sin fin para la eternidad, mira hacia arriba y encontraras cada noche una estrella que te cuida, un ángel que te mira y el aire que te susurra, como sospechando el episodio de aquella tarde había escrito cielo esa carta.

Ese día encontró aquel anciano una paz absoluta y cada noche mira las estrellas con cielo en su mente y pensando que algún día cuando acuda la voluntad de Dios se reunirá con ella para acabar los días sin fin y estar con cielo en el cielo

El niño de vez en cuando visita a su abuelo para escuchar cada anécdota que le refiere con amor, en un lugar del pueblo Sin Fin, mirando a su bella abuela cielo en el cielo, aferrado al recuerdo y a eso que construyeron.

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