La pasión te arrastra al caos, Si no es caos es adoctrinamiento.
¿Cómo puedes regresar al lugar del que nunca te fuiste? Los recuerdos ya no me sacian. Kandy me llama, me quema, me arrastra y vapulea con fuerza.El tiempo todo lo puede y todo lo cambia. Y lo que era tan puro, tan verde, tan salvaje y tan inhóspito ahora son simples imágenes archivadas en la galería de un android.
Por más que el ser humano piense que domina su destino, a quienes nos tocó marchar, sabemos que dónde ir no siempre es una elección nuestra. Porque vivir, para eso, solo se necesita seguir respirando y no depende solo de nosotros.
Solo los valientes eligen donde está su hogar. Y mi hogar eres tú.
13 de septiembre de 1998
Por más salvaje y desafiante que fuese ese destino, las casas de colores que salpicaban de vida aquella ladera tan verde y pronunciada, no hubiesen sido mi hogar, sin que tú las hubieses bautizado como nuestro paraíso.
Y es que una vida ya se quedaba corta para disfrutarlo. Así que te lo prometes, me lo prometes y lo prometemos. Volveremos una mil y veces, solo aquí en nuestro paraíso, nos encontraremos.
Un viaje tedioso, son doce horas lo que ha dormido mi cuerpo aunque mi mente sigue exhausta a la vez que inquieta.
Camino descalza sobre las maltrechas baldosas blancas del jardín, la mayoría inclinadas y desquebrajadas pues es imposible frenar para siempre el avance de lo que brota tan arraigado a la tierra.
Aquí los amaneceres no son tímidos, las altas montañas se hacen pequeñas cuando la luz del sol empieza a quemar con fuerza cada poro de tu piel. Y te quema, sientes como cada gota de sudor recorre todo tu cuerpo sin oposición.
El color metalizado del paisaje nocturno se vuelve verde, como las aguas del lago serpenteante, de verde sobre verde que parece no tener fin.
Kilómetros de plantaciones de té negro de Ceilán y yo sigo perdiéndome en la fascinación que me causa el olor de tu piel mojada al salir de la ducha sin poder encontrar hartazgo cuando de saborearte se trata.
Así eres tú, intenso con el primer sorbo e igual de amargo como el último trago.
Hay quienes se enamoran de la tierra y deciden cultivarla, otros escriben letras, algunos componen canciones, unos pocos edifican su hogar y hay quienes simplemente optan por poseer lo que en ellas crece.
Amargamente descubrí que tú eras de esos últimos. Llamado a ser un gran conquistador de la tierra que pisas y dispuesto a poseer todo lo que en ella crece.
Yo enamorada de tus sueños, ensimismada por aquellos interminables paisajes, idiotizada por el aroma del té negro y deseando de forma frenética la caída del sol, para verte regresar a nuestro hogar.
Pero tú ya nunca regresabas. El frenesí de perderte entre otras piernas, libre y salvaje sobre la tierra húmeda de las plantaciones, te atrapó, ansiabas una piel que ya no era la mía. Te habías apropiado de lo cosechado y de lo que no.
Dejé de tener hogar y tuve que volver, que no con ello regresar. Abandoné el paraíso prometido en Sri Lanka y busqué refugio en mi tierra natal bañada por el mediterráneo.
Una pequeña población de la costa Alicantina, con olor a pino mediterráneo donde el sol quema pero no me abrasa.
El café de esa mañana me supo amargo como aquel té que ya hacía cinco años había dejado de saborear, pues se volvió demasiado amargo. Del té solo me quedaba aquel cheque mensual que ingresaba en mi cuenta, para gastarlo en café, porque dormir se había convertido en una mala inversión.
26 de diciembre de 2004
Sumatra-Andamán, tsunami, 275.000 muertos en el sur y sudeste de Asia, Sri Lanka.
Y de pronto me sentí caminando sobre aquellas baldosas blancas del jardín, con el atardecer congelado y sin escucharte volver a nuestro hogar, pero está vez para siempre.
Y es que de nada servía ya tu pasión por poseer cada centímetro de aquella tierra ni el que yo me hubiese enamorado de tus sueños, la tierra y el fuego habían sucumbido al mar.
6 de octubre de 2014
Leo, nuestro médico me ha recomendado reposo. Los largos trayectos en jeep por las plantaciones no ayudan a la placenta. La teína está totalmente prohibida. Regresé, pero sin mi adicción al té negro.
Descongelando cada puesta de sol y agradeciendo cada rayo de luz que entra por la ventana cada mañana, así contemplo el verde interminable de las montañas. Los lugareños aseguran que este año el monzón será duro y sonríen. Pues para ellos forma parte de la vida, del crecimiento, del arraigo de las semillas sobre la tierra fértil.
De la pasión surge el caos, el caos lleva consigo la tempestad y esta, una vez calmada su furia, se marcha dejando paso a la nueva vida.
Y de los cimientos de un hogar en ruinas, devastado por la pasión de cualquier desastre natural se puede edificar de nuevo, una nueva construcción más fuerte, más sólida y más acogedora.
Como dije antes, solo los valientes eligen su hogar. El mío no era el amor de un sueño ajeno, tampoco el sabor amargo que deja el último sorbo de té, ni tan siquiera el frenesí de poseer aquellos paisajes de verde sobre verde interminables.
Elegí construir un nuevo hogar sobre los cimientos de mi hogar devastado por el caos, decidí ser esa flor de loto que colorea el verde predominante, elegí ser las manos que cosechan aquella tierra y agradecen cada gota de lluvia que las hará crecer.
Decidí cumplir nuestra promesa de vivir en el paraíso, de volver una mil veces si fuesen necesarias, porque solo aquí podría esperarte para volverte a ver.
Cuando sientes la vida creciendo en tu interior, sabes que esta, algún día, dará paso a la muerte. Y aún así, te arriesgas a vivir, a caminar con rumbo o sin el. Pues al final del camino todos soñamos volver a nuestro hogar.
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