Sueño muerto y sin sepulcro

Sueño muerto y sin sepulcro

Arcadio

27/03/2020

MIGRANTE UNO. El sonido del motor es el nuevo silencio. He dejado de contar los días. El río es cada vez más angosto y la lancha me parece cada vez más chica a causa de la incomodidad. Sobrepasamos otras lanchas más pequeñas y con mayor número de ocupantes y, sin embargo, ellos siempre se ven más felices que nosotros. Quizá también ellos nos vean a nosotros más felices: el último recurso para vencer la monotonía es el de sentirnos miserables, y el de esforzarnos por ver en el otro a alguien menos miserable. Pero lo cierto es que estamos en las mismas circunstancias. Todos vamos para el mismo sitio y, no obstante, nadie sabría dónde ubicarlo en un mapa.

MIGRANTE DOS. La llaman lancha rápida, no sé por qué. Los otros niños no quieren jugar más; dicen que sus padres les han dicho que ya están muy crecidos para jugar con alguien tan pequeño como yo, pero creo que mienten. Todo el día sin jugar, así la lancha y el día parecen aún más lentos. No sé cuándo llegaremos y mi madre no me dice nada. Tengo ganas de llorar, pero debo aguantar. Si me ven llorar lo perderé todo; los otros niños no querrán jugar más con un llorón.

UNA AUTORIDAD MODERNA. Por el tipo de lancha, yo diría que se trata de migrantes. Si, migrantes suicidas de la época en que intentaban la locura de navegar río arriba para cruzar la frontera por el único lugar sin vigilancia. La mayoría de los esqueletos están completos, con el cráneo en su lugar. La ropa y demás elementos que pudieran traer han desaparecido. Viajaban 28 personas, 4 de ellos eran niños.

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