Arraigos y Desarraigos

Arraigos y Desarraigos

Colibri

26/03/2020

Vayan estas letras para todo ser humano que en su afán de mejorar su calidad de vida la pierde en el intento y para aquellos que aún lográndolo viven en el inmenso dolor de la añoranza.

Año 2005: Me emocionó hacer un viaje por esa historia de emigrantes, que en definitiva es mi historia.

Me imaginaba el viaje en tercera clase de mis abuelos gallegos, con sus maletas tan pobres pero ricas en ilusiones, sentimientos y temores. En todo lo que en ese largo viaje a “lo desconocido” pasaría por sus pensamientos. Eran tan jóvenes y en aquella época ese viaje tan audaz.

Fueron los primeros que abrieron el camino para que luego viajaran algunos hermanos de mi abuelo.
Campesinos con un enorme espíritu de trabajo, de lucha, como todos los gallegos de aquella época, que de una pequeña aldea salían por primera vez nada menos que a América. El continente de la esperanza.

Hicieron una apuesta por la vida, buscando un horizonte muy lejano a su querida e inolvidable Galicia para poder así ayudar económicamente a sus familias.
Mis bisabuelos buscando entre los de la aldea la mejor ropa que pudieran llevar. Mi abuelo con su inseparable boina.

Irónicamente, en esa falta de respeto que la vida a veces nos tiene, hizo que no pudieran volver a su aldea. El sueño era reunirse en un futuro en Galicia cuando pudieran no sólo poner en la mesa una patata.

No tuvieron esa suerte, pudieron reencontrarse con algún hermano que fue sobre los pasos que mis abuelos habían andado.

Allende el mar formaron una familia, en Uruguay que los acogió con afecto y comprensión, tuvieron hijos y nietos.

Más allá de la dureza de sus manos su alma nunca pudo endurecerse, siempre estuvo indefensa, herida por no volver a mirar los rostros curtidos y la mirada dulce de mis bis abuelos. No poder sentir nuevamente ese abrazo materno, paterno, fraternal.

Sentir el aroma de la tierra húmeda luego de la lluvia, sentir el viento del norte aquel amigo que jugaba con ellos desde que eran niños, pues NO, pero adoptaron las costumbres cotidianas de la tierra que los recibió, aprendieron a cuidarlas y quererlas, pero seamos sinceros, no es lo mismo, nunca se olvida lo que uno amó. Y añorar para ellos fue una eterna constante.

Mis padres, mis tíos, mis primos, nosotros, nacimos en Uruguay pero todos fuimos gallegos, oíamos hablar en gallego, yo no entendía mucho, pero me encantaba que me cantaran en gallego, a veces me parecían canciones alegres, otras muy melancólicas pero siempre me parecía dulcísimo.

Recibían cartas, escribían, después entendí a pesar de mis escasos 7 años, por qué cada vez escaseaban mas y mas las noticias…nuestra familia gallega, iba partiendo en viajes sin retorno a esos lugares dónde sus creencias religiosas o no los llevaran.

Recuerdo nuestra alegría cuando recibimos una gaita, panderetas y castañuelas, nuestra inocencia de niños nos hizo improvisar una fiesta musical…los abuelos sonreían luego se fueron a la habitación contigua y los vi llorar.

Mi prima Daisy ganó un concurso en el Centro gallego de Montevideo, vestida de aldeana, estaba preciosa!

El traje se lo había hecho una prima de mi padre, Cándida, una galleguita que de adolescente también había viajado al nuevo mundo buscando lo mismo que mis abuelos y que mi abuela Joaquina crió como a una hija, esa galleguita que HOY es una emigrante retornada, hoy, medio siglo después!! Arraigos y desarraigos…hoy esa gallega uruguaya, vuelve a Galicia como se fue!!!…a ¡lucharla!

Cándida llegó el año pasado a su vieja aldea, se había casado ya de mayor en Uruguay con un gallego, Julio, dueño de un Bar, no tuvieron hijos.

Julio quería regresar a su tierra así que tuvieron que mal vender lo poco que aún tenían y venirse .Cándida no quería…extraña Uruguay, extraña ir a la feria de frutas y verduras, extraña a sus vecinos, amigos, extraña las calles de Montevideo, tiene morriña…la tuvo 50 años antes, la tiene ahora.

El tiempo nos gana, y ya ven que aunque uno pueda recordar su historia igual parece que estamos condenados a repetirla.

Yo no olvidé NADA. Y mi generación la de nietos está repitiendo la historia de mis abuelos!. Y es una historia de adversidades y ¿mi prima Cándida?, debe repetir medio siglo después su propia historia, se desvive para que Galicia la reciba como una gallega que nunca dejó de ser.

Yo estoy en Ferrol.No llegué directo a Galicia, vine de Bilbao, en el viaje preguntaba cuánto faltaba para llegar, le pedía a mi compañero de viaje que me avisara en el momento en que pisáramos Galicia…sabía que sería un momento entrañable, yo era la generación que volvía, quería que mi padre viera a través de mis ojos desde mi corazón dónde se encontraba y encuentra lo que la vida no le permitió. Papá por motivos económicos no había podido conocer Galicia. España estaba muy lejos de su bolsillo y cuando por fin tuvo el dinero para viajar, otra vez la ironía, no pudo, estaba enfermo, los médicos no permitieron el viaje.

El sólo pedía dos cosas: “ver” el nuevo siglo (XXI) y conocer Galicia con sus propios ojos, ir a la aldea donde estaba la casa de sus abuelos, sentir que llegaba también a su tierra, la que sólo había visto por TV, fotos o postales. No era mucho pedir pero parece que el genio de la lámpara nunca salió.

Podía escuchar a mis abuelos diciendo falta poco, estamos llegando, «ahí! vemos Ribadeo»

Así que en mi, estaban todos mis seres amados, viviendo ese momento, parecerá muy lírico pero eso sentía y llegué y lloré, lloré tanto, como lo hago ahora.

Soy una inmigrante, nací desde las entrañas y el amor gallego. Muchos emigrantes espiritualmente han retornado conmigo, conversan en mi interior. Yo «no soy de aquí ni soy de allá”, tengo problemas de identidad que no puede solucionar una terapia. Siento el sonido de gaitas y el canto de Zitarrosa.

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