El mudarse a un nuevo punto geográfico puede ser un cambio positivo para uno, ya que el mismo te permite reinventarte. Una idea maravillosa, pero… ¿real?

“No me van a dar chance”.

Pensaba, viendo la ventana empañada del vehículo mientras anhelaba un comienzo a cero. Su ciudad natal había sido, a falta de otros términos, un extraño bucle de auto-suplicio el cual tardó años en distinguir. Y pensaba, y repasaba su vida antes de todo eso.

El constante rugido del viento lo había aprisionado, desde muy joven, con pánicos profundos de tormenta y muerte. Gracias a la experimentada ayuda de su madre pudo superarlo, sin embargo le dejo una profunda cicatriz. La punzante herida de debilidad lo llevo a alejarse de sus amiguitos de barrio. No importo demasiado para ninguno, ya que a los pocos años se iría de allí.

Pero antes de ello pasaría por lo que fue, la separación de sus padres: donde su pequeño ser de ocho años, sin entender, mintió expertamente en acuerdo a esto; las burlas por sus payasadas, que usaba en un intento de caer bien a todo el mundo; y las mentiras que contaba a su familia en un intento desesperado de todo estuviese bien.

Pasados dos años en secundaria se convirtió en una carcasa sociable, había aprendido a ignorar las burlas y a ser “compañero”. Aun así, sin pelearse, su único amigo se fue, arrastrado por progreso, así como el viento barría la nieve pero dejaba el frío.

Esa máscara dura se expandía cada vez que descubrían sus mentiras. Aguantaba sermones y discusiones fuertes en silencio mientras se obsesionaba con ese pensamiento, “solo déjame mostrarte que puedo hacer bien las cosas”. Para su familia él era bueno e inteligente, no había necesidad de mentiras con ellos. En consecuencia los resentía cada vez, por no hacer la pregunta precisa, una pregunta que desconocía.

A los pocos años mitad de su familia se había mudado dejándolo a él con su padre por 12 meses, luego de ese tiempo iría con su madre y hermana para ver cómo sería el cambiar de ciudad. Poco le importo, ahora tenía la rara oportunidad de poder conectar con su padre. Las horas parecían nunca adaptarse dándoles poco tiempo para verse y un vacío profundo.

Ahora llevaba una coraza de eterno buen humor casi todo el tiempo. En la escuela se sumaba la palabra “repitente” que generaba un trato distinto. En esos 365 días se dio cuenta de la remota posibilidad de decir lo que pensaba, como si fuese algo que nunca hizo.

Pero tenía un trato.

Así se encontraba con un anhelo de empezar desde cero que le atravesaba la garganta con dolor. Poder mostrar que estaba más allá de las burlas, las mentiras, la separación y el viento, pero sin la esperanza de un cambio. Herido también al sentirse desplazado por su padre quien simplemente cumplió con lo acordado.

Esperándolo en su pequeña casa estaban su madre y hermana, con una quería que este orgullosa de él, con la otra simplemente quería solucionar la tensión en su relación.

La ciudad era un hermoso lugar con vistas impactantes de las montañas sin el constante rugido del viento. Aún con el clima aleatorio era mucho mejor que su anterior hogar. A ello se agregaba el polimodal, donde pudo sentir el trato de respeto desde el día uno.

El anhelo parecía convertirse en hecho.

Aprovechando esto, intento de hacer bien las cosas. Lo cual solo le duró un mes, al mínimo problema volvió a las mentiras y al auto encierro. Culpaba a su madre por no darle chance y presionarlo a ser diferente, a su hermana por no apoyarlo, a su padre por estar ausente. Pero había algo resaltado en mayúscula que, de a momentos veía y luego olvidaba.

Era un bucle el cual cambiaba a través de los años pero volvía al comienzo. El tener la esperanza de que un cambio geográfico fuera a cambiar las cosas fue su error y no lo veía.

Conseguir lo que buscaba tomó que su primer amor le partiese el corazón. Poder verse a sí mismo, sin desviar la mirada. Se odiaba y lloraba por haberse convertido en algo patético.

Luego de vaciarse enteramente hablo sin restricciones con su familia, sus enojos, reclamos y razones. Finalmente admitió que necesitaba ayuda.

El bucle iba a romperse sólo a paso pequeño por un pequeño sendero marcado por quienes lo ayudaron.

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