Eterna temporada

Eterna temporada

Andaluz

06/03/2020

Recuerdo que era una noche calurosa, recién comenzaba el mes de diciembre y yo estaba en casa chateando con amigos cuando llegó el mensaje que dio inicio a mi nueva vida.

El mensaje no lo recuerdo tan bien pero decía una cosa como: «Tengo un empleo para vos en Punta del Este, si te interesa hacer temporada nos vemos y charlamos«. Muchas personas a quienes les mostré el mensaje me dijeron lo mismo: «No vayas, no sabes quien es, te puede pasar algo malo«.

Al final le hice caso a mi intuición que me decía que tenía que probar cosas nuevas, aventurarme a otro lugar, salir de mi zona de confort. Y eso hice. Llegué a Punta del Este el 31 de diciembre, era la primera vez que pasaba una fiesta de fin de año trabajando y fue eterna. Llegué además con un bolso enorme, que amablemente el organizador de la fiesta me dejó esconder debajo de la barra, y el cual estuve arrastrando varias semanas por todo el balneario.

Durante varios días viví así entre noches de trabajar en fiestas y días de fiestas en las que no trabajaba, suena agotador y así fue pero también muy divertido, aunque muchas veces por momentos durante el día me recostaba un rato en cualquier rincón a dormir un poco. De tanto pasar de casa en casa terminé perdiendo mucha de la ropa que traía, al menos el bolso ya no estaba enorme.

Una semana me quedé con unos amigos en la casa de una señora que alquilaba cuartos, al principio ella parecía inofensiva pero resultó ser una psicópata que intentaba cobrarnos hasta por respirar y amenazó a una amiga con un arma si no salía del baño. Así y todo, los días en su casa también se disfrutaron bastante, recuerdo detalles que no pueden ser contados. Luego de la amenaza nos encontrábamos en la calle.

Caminamos por el interior de un barrio lindo y vimos una casa enorme y vacía, decidimos acampar en su patio trasero debajo de la barbacoa, esa noche cenamos hamburguesas a la piedra hechas en un pequeño fuego que encendimos. Muy pocos pudimos dormir esa noche acurrucados en la carpa.

Al otro día un amigo logró entrar a la casa y en pocos minutos estábamos instalados en ella, aunque seguimos durmiendo dentro de la carpa, yo creo que era un tema de seguridad. Nos bañábamos en un balde con agua que traíamos con una manguera de la casa de al lado y casi todos los días comíamos pan con fiambre o algo que pudiera cocinarse al fuego en el patio trasero. Igual este cuento de hadas duró bastante (quince días si mal no recuerdo) pero terminó mal.

Una tarde estábamos sentadas con una amiga en la puerta y para un patrullero de policía y nos invita a retirarnos de la casa, tuvimos que declarar y todas esas cuestiones, recuerdo haber preguntado en algún momento: «¿Esto deja antecedentes?» y varios policías rieron. Estábamos nuevamente en la calle y ya casi no había fiestas para trabajar así que decidí hablar con la persona del mensaje y comencé a trabajar en un growshop, donde se venden artículos para cultivo de plantas, sobre todo para cannabis.

Tuve que estudiar mucho, pero el trabajo era genial y aprendo rápido. Además me mude sola por primera vez en la vida, una casa pequeña dentro de una carpintería pero yo estaba feliz.

Ese growshop duró dos años, dos largos años en los que trabajé con quien hoy es mi novio, siempre lo fue, desde el principio cuando nos conocimos me di cuenta que ya lo conocía de antes, de alguna otra vida. Recuerdo que me dijo: «Te amo» a las pocas semanas de conocernos y yo no pude responderle lo mismo hasta unos meses después.

Resulta que la persona del mensaje es hoy mi suegro y el trabajo que tenía para mi era ayudar en el negocio de su hijo. De toda esta historia hace ya cuatro años, el mismo tiempo que le dije a mi madre: «Me voy a trabajar, a hacer temporada al este y vuelvo«. Una temporada eterna, encontré mi lugar, cerca del mar donde puedo escuchar las olas cantar a diario, cerca de un horizonte inmenso que abraza al sol todas las tardes, cerca de un amor que nunca había conocido y que había encontrado sin buscarlo. Y todo a causa de un mensaje.

La vida es un proceso, una colección de momentos, toda oportunidad (o fracaso) es un nuevo comienzo.

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