Era la época de recoger el maíz, la señora Maritza y el señor Orlando estaban cansados de llamar a Jeison a decirle que se iba acabar el maíz y no iba a poder comer bollos, mazorcas ni “cocotazos”. Ese día lo acompañé a la finca, aún le era muy difícil a la señora Maritza aceptarme como su nuera, lo pensé mucho antes de ir, pero la familia y la sangre pesan más que el agua, así que me preparé para este encuentro.

Mis pensamientos hablaban en mi mente, cuando llegué al primer tramo antes de llegar a la finca de mis suegros, Jeison empezó a explicarme que esta finca se llamaba “la mayoría” con una expresión de alegría se notaba el amor hacia el campo, me contó porque se llamaba “La mayoría” aquella finca de sus abuelos era fácil entender que en ese lugar se reunían la mayoría de todos los cercanos a ese sitio y por eso la llamaron así., era un lugar que se notaba que había sido hermoso, pero se veía el descuido, Jeison no hacía más que contar de la cantidad de árboles frutales que antes habían y las flores trinitarias que habían sobre el techo que ahora eran muy pocas.

Mis pensamientos seguían deambulando en mi mente, hablaban sólitos y me decían como susurro:

-Tú nunca has dormido en una finca.

-No sabes montar caballo

No podía escuchar más nada que mis pensamientos así que decidí no pensar. Jeison me dijo que faltaba bastante para llegar a la finca de sus padres así que cómo había llovido mucho el día anterior, el camino estaba un poco malo, cómo una telenovela, me toco ir en el caballo y sólo había de momento un solo caballo.

Durante el camino moría de miedo, el animal muy juicioso acostumbrado a llevar personas sobre si y yo muerta del susto apretaba las cuerdas y el caminando me contaba cómo fue su infancia en aquel lugar y cómo tuvieron que partir, escucharlo era hermoso, pero a la vez sentí que era un resiliente de todo.

Llegamos a la finca de sus padres y mi suegro el señor Orlando todo un caballero me ayudo a bajar del caballo, la señora Maritza mi suegra estaba sorprendida de verme en el caballo, nunca se imaginó que su nuera lo hiciera; ese día mató una gallina y cómo prueba de fuego, me dijo:

-Angela mientras voy a buscar leña, pela la gallina y se llevó a Jeison y me dejo pelando la gallina.

Dios mío la pelé lo mejor posible, el agua ya estaba hervida sólo era remojarla y quitarle las plumas.

Luego llegaron con la leña ella y Jeison y mi suegro me preguntó:

-Angela vas a ir a recoger conmigo el maíz?

¡Chicharrones benditos! Que es esto, yo nunca me había adentrado al monte a nada, me puse las botas, la camisola para el sol y le dije:

-Claro que sí señor Orlando yo voy con ustedes.

Fuimos a recoger maíz al monte, eran cómo sólo unos cien pasos que teníamos que caminar, pero en realidad escuche una historia de casi una década cara a cara de mi suegro y de su familia, caminé casi diez años y comprendí lo ajeno que era mi transcender por la vida al conocer cómo tuvieron que dejar el campo por la época del paramilitarismo hubo un gran desplazamiento forzoso en mi país Colombia.

la familia de mi novio, en esa época les dijeron “si quieren seguir viviendo deben irse de ese lugar”

Mi suegro me contaba cómo tuvo que enviar a sus tres hijos muy chicos al pueblo a vivir porque corrían peligro sus vidas, con lagrimas en los ojos me contaba que él y Maritza no querían marcharse de su terruño amado, porque poco a poco iban perdiendo todo, pero después tuvieron que irse ya que en sólo un día en un lugar cercano mataron a casi 15 personas, así que o cumplían con la orden de irse o todos corrían peligro, se marcharon sin mirar atrás protegiendo sus vidas y la de sus familias; mi suegra “la señora Maritza” no hacia más que quejarse porque no encontraba “la puerca” se le había perdido una marrana que ya iba a aparir y la lloraba recordando que antes tenía muchos marranos y que cuando se iba a empezar a recuperar criando animales se le iba a perder su puerca, a ratos completaba la historia de su esposo, eran dos personas maravillosas “mis suegros” parecían cual par de niños contando sus aventuras del pasado, recordaban más las cosas hermosas que tuvieron que las que el tiempo les quitó, vivir muchos años sin electricidad en un lugar los hizo cómo una sola persona, no podían vivir el uno sin el otro, entonces llegue a entender porqué después de un pasado así estaban tan unidos.

Después de los siete años de camino llegué al maíz y pude ver un maizal, era la primera cosecha después de tanto tiempo; se habían ido y ya estaban de regreso recuperando lo perdido.

Mis botas enlodadas y yo tomando fotos a todo como cualquier gringa en otro país, aprendí a arrancar las mazorcas y a guardarlas en el saco, camino nuevamente a la finca otro camino de tres años para completar los diez, apareció “la bendita puerca” con sólo tres cochinitos, era una alegría cómo cuando nace un bebe en un hogar, pude entender que mi novio Jeison un profesor de educación física tenia un gran pasado y que su afán por colocarles la luz a sus padres y hacerles el poso para que tuvieran agua era un regalo para mitigar un poco, el daño que un país falto de oportunidades y con desigualdad social ha hecho que muchos sufran el desplazamiento y que cuando lleguen a sus tierras nuevamente tengan que iniciar con un pequeño marrano después de haber tenido tantas vacas, por falta de equidad.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS