«En los Brazos de un Aborigen»

«En los Brazos de un Aborigen»

Capella Starm

23/04/2020

Historia verídica.

Hay historias que nacen en un punto del universo y se consolidan en un extremo lejano, difícil de imaginar. Un Agosto de 1924, en Sgo del Estero Argentina, inicio la construcción de un Puente carretero que pudiera conectar la vida de dos pueblos separados por un gran río, cuya única manera de atravesarlo era mediante balsas. Lo que nadie contemplaría, es que este puente no sólo conectaría dos pueblos, sino dos vidas de distintos países que dieron nacimiento a una gran tragedia para la vida de otro ser humano. 

Este puente fue una proyección única y significativa, ya que las personas podrían circular con libertad, produciendo asimismo consecuencias positivas a nivel social y económico. 

Los alemanes habían desembarcado en nuestro Santiago, tapados de tierra y voces campestres, miradas fijas y curiosas, se instalaron en nuestra tierra por un tiempo para cumplir la misión de construir nuestro puente.

Las mujeres estaban expectantes y atentas, y María, obtuvo gracia ante los ojos de uno de aquellos formidables hombres, que querían involucrarse más allá de su trabajo. Las fiestas comenzaron a cobrar vida, y un apasionado amor nació de Ruhm, uno de los hombres de la comisión alemana, hacia la bella e imponente Maria. este amor se hizo tan fuerte que ella concibió y dio a luz un hijo, pero luego de este suceso, Ruhm rompió con todas las ilusiones de una posible familia, ya que el le declaro a su amada, que ella solo era una amante para el, una aventura pasajera, la cual olvidaría cuando retorne al País de Alemania, donde su esposa y 3 hijos le esperan.

Maria no pudo resistir el rechazo y la burla de Ruhm, y obnubilada por la tristeza y depresión, abandonó a su pequeño e indefenso hijo, cubierto de unas mantas tejidas, en una cesta a la orilla del río, aun en medio de las ramas.

Por fortuna, el destino llevó a Eubesio, quien cabalgaba en su caballo, a escuchar los inminentes llantos de un bebé desprotegido y quejoso por la falta de su madre, su olor, y sus pechos.

Tan pronto como le vio, lo recogió, lo miro, y le amo, siendo él, un Aborigen santiagueño, le amo, como si hubiera nacido de su propia tribu, y le adoptó de inmediato, hasta encontrar a su madre.

Al niño lo apodaron como «El gringo», por sus definidas características de la raza alemana, un niño de tez blanca, ojos azules, fuerte y travieso.

El pueblo aún era chico, y Eubesio supo que la madre del gringo era aquella muchacha joven y facil de enamorarse, que tras la terrible desilusión que sufrió con su amor prohibido, se quitó la vida cuando el pequeño tenía unos siete años. Todos conocían la historia, pero Eubesio crió al niño como si fuera de su familia, le alimentó, lo arropo, y lo vio crecer, pero jamás le pudo decir la verdad.

Cuando el Gringo creció, se fue dando cuenta que el era diferente en su tribu, que el no era un aborigen. Comenzó a escuchar muchas versiones sobre su origen, que su madre se prostituyó con aquel alemán, y lo abandonó por puro desprecio.

Un gran resentimiento comenzó a gobernar el corazón del gringo, y en una búsqueda de felicidad, se casó con una mujer llamada Remigia, y tuvo junto a ella, 8 hijos. Pero la desesperación y la soledad eran cada vez más grande, él quería saber quienes eran sus padres, tenía esa necesidad profunda de conocerlos. Esta agonía se transformó en Adicción y comenzó a beber descontroladamente, se tornó violento y descuidado, no proveía alimentos para su esposa e hijos y llegaba todas las noches alcoholizado a su hogar. Sus hijos eran testigos de las duras palizas que le propinaba a su mujer y luego se echaba a llorar en su patio junto al corral de las gallinas, donde exclamaba: Quiero a mis padres, quiero a mis padres.

Este cruel escenario se repetía día tras día, y Esther, su hija mayor, tuvo que salir a trabajar junto a sus otros hermanos más grandes, para traer el pan a su casa, ya que su padre, nunca les dejaba una moneda para comer.

La pobreza y la violencia se hicieron insoportables, y esther comenzó a sufrir parte del maltrato, sus relatos parecen describir la historia de una judía en manos de un nazi, tal pareciera que su padre, el gringo, tenía en su sangre los rasgos alemanes mas puros.

Todo se volvió oscuro, y un día, el gringo se enfermo, la adicción le fue destruyendo y un dia cayo grave de cirrosis. 

Siendo Esther ya grande, jamás dejó de amarlo, a pesar de todo el castigo que sufrió junto a él, por su infortunada historia, ella le recogió en sus días más duros y lo sostuvo en su lecho de muerte.

Así murió el gringo, sin conocer su historia, la cual se reveló con el tiempo, de que había nacido de aquella Mujer llamada Maria, de un amor prohibido, la cual se quito la vida, y dejo a su hijo en Brazos de un Aborigen.

Esther perdonó a su padre por el daño que les causó, ella tuvo 8 hijos, y una de ellas, yo soy.

Nieta de aquel Gringo, Bisnieta del Alemán desconocido.

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