Del Corazón memorias

Del Corazón memorias

Aldebarán Elías

06/08/2020

Durante las lluvias de agosto -una confesión-  

I


Desde lo más remoto de la memoria, me acuerdo que agosto empezó a caer, desde julio. Sin tregua. Hasta hoy, que ya en la aurora mojada, de otra mañana fría, se calienta con la tibieza apacible y sabrosa de pensar en ti. De tu recuerdo.

Tu sonrisa, pintada con la pasión primorosa del sosiego y la pureza más espontanea, me acaricia con la terneza insólita del rocío en el tejado.

Los pajaritos loan te, con unas arias de la natura que es toda tuya, en los sentidos completos que solo pueden ser de tu plenitud. De tu esencia taurina.

Te quiero ver tanto que no me canso de verte. No logro conocer el cansancio, en esta tenacidad tan tuya, en este ardor tan lento y obstinado, terco y rabiado, iracundo y posesivo, como las bravías embestidas, arreciadas con el gozo parsimonioso de esta eternidad tuya. Solo tuya que eres mía. Así lo declaro.

El tiempo se engalana con unos trancos imponentes, memorables. Adopta tu cara etérea con esos grandes soles tuyos, que llevo metidos todos los días y no me pasan facturas de semanas, meses, ni años. Es una dicha gratuita que cargo, como una condena embriagadora; de mirarte siempre, de olvidarte nunca.

Esos ojos grandes tuyos, me miran con la grandilocuencia, de los ósculos, que a diestra y siniestra te dediqué. Sigues siendo como aquella vez, esa presencia agradablemente incomoda, que era me. Te deseaba de mi tan lejos, a los kilómetros imposibles donde te pudiera asir con todas las fuerzas de lo impensable; que de manera, ni pensar en el infinito a ser llegase, una idea que considerases, de mi te librase.

Desde las raíces más añejas de la memoria, recuerdo que agosto empezó a caer en julio. Sin tregua. Hasta hoy, que sigue siendo la aurora de tus manitas minúsculas, de tus uñitas de risa. Hasta hoy.

Y sé que no habrá tramontana, que me baje los ánimos ni me insufla congojas de causas carecía, ni una locura infunda me, diferente al delirio de sentirte y stalkearte como solo yo, en la umbría de tus sueños verte puedo, tocarte como el amparo de tus cobijas y los orgasmos mentales de un debate, que te ahuyenten los ataques de pánico.

Ay, rockera loca y gótica, forastera inolvidable, poseída en los arrebatos de la batería de mi corazón. Heavy Metal de mi sangre, glóbulos rojos al oxigeno de una vida, glóbulos blancos para la defensa de una canción. Ven plasma-te. Plasma-da estás en mi cerebro como un fenómeno intenso de amor.

Seguramente, no sea aquel agosto que caía desde julio, cuando menester te enteres ha, de esta tremenda tormenta de emociones que causas me; y sé, convencido con la certeza de la certidumbre, que mía esta borrasca tan maravillosa es, la sorpresa te dé. Porque quizás olvidado habrás –tú me entenderás-. Mas, te enteras ha, todo de después, lo superficial que nunca fue el principio, el sinfín de esta carecía ausente que aunque, te atrapo, cuando presente te suelto, porque en el futuro te tengo, recorriendo a lo trotamundos el mundo, de mochileros los dos.

Tuya esta travesía, tuya que eres mía. Así lo declaro.

¿Sí escuchas la lluvia? Eso ni preguntar, sé que está lloviendo en todos tus adentros, con mucho ardor fragoroso, esta confesión.

Tuya esta travesía, tuya que eres mía. Así lo declaro.




El insomnio más hermoso 

II


3:10 a.m.

ladran los perros a no sé qué demonios.

Cri-cri, cri-cri -grillan los grillos,

colaborando en mi insomnio.

Cocoroco-có -cocorocotean su único idioma los gallos-,

y croan el saco vocal en un concierto los sapos.

Así está a esta hora la naturaleza urbanizada,

hay quienes duermen, mientras allá afuera -sin descansar-,

se pasea galante de seguridad

esa soledad, por las calles de pasarela.

Y la miran a ella -despampanante y sensual-,

con sus ojos corrompidos de malezas

los tupidos de monte.

Pero los que sí entraron en disputa,

buscando hacerse un lugar con aquella,

fueron: luz y oscuridad.

El primero le promete hacerla brillar como estrellas,

pero el segundo como ciego le dice:

“te me robaste los ojos del corazón, mi bella”.

-¡Maldita sea! -Grita el silencio harto de la riña utopista de esos dos locos.

Pues él, parece convencido

de que con su mudez,

exhalante de tranquilidad,

la podría conquistar-.

Empero, esa sola que los susodichos ven por allí caminar,

es la misma que se prostituye en la compañía de los demás.

De hecho, aquí está,

en este desorden de libros y cobijas a medio tender,

intentando coquetearme, pa’ espantarme, el anhelo de dormir.

Sin embargo, la rechazé.

Apagué la vista

y hasta obviando el pesado andar de las tracto mulas que no mencioné,

en ese propicio momento te recordé.

Sí, a ti maja virtuosa,

y que pregunten qué es yacer en una sonrisa,

que me lo pregunten, que eso ya lo sé.

Lo que si no sé, es si fue a las cinco o a las seis

cuando ya no escuché:

el ladrido de los perros,

el sonido de cortejo de los grillos,

el cantar de los gallos

ni la fiesta que tenían los sapos.

Solo soy consciente

de esas 10 con 9 de la mañana,

cuando a estruendos de la salsa –que hasta ahora escucha al lado la vecina-,

desperté.

Aturdido y sudando, fue cuando me dispuse a decirte,

que con los ojos cerrados te miré.

Lo que digo es una ironía y lo sé, 

porque a ti que no te he visto, te soñé…

Buenos días dice el calor que se siente aquí en el puerto,

buenos días que se tornan las 12,

buenos días susurra la brisa tierna y el brote del sol metálico,

buenos días y aunque sea de tarde no hay reproches,

porque buenos días te diría incluso si no existiera la noche.



Perdido en el pensamiento nace un sentimiento 

III


Pensar en ti cuando no estás, pensar en ti al despertar.

Pensar en ti a la deriva, contemplar tu amazónico cuerpo al caminar.

Extraviarme en tu mirada, débil ante la provocación de tus labios.

La luz del sol cae, mientras me apacigua la sombra de un árbol.

Ventea suavemente, y aunque estés en mi pensamiento,

Respiro la calidez y frescura que traes con tu presencia.

Tu ausencia me aniquila, figurarte en los brazos de otro hombre,

Alborota mis estribos, me choca, me saca de casillas.

Soledad, silencio, más la impotencia de no poder hacerte completamente mía,

Son estados que con el pasar de los días; lentamente se apoderan de mi existencia.

Triste o quizás afligido, los latidos del corazón, en medio de esta congoja anhelan tu presencia.

Con tan solo observarte, muchas veces tengo que conformarme.

Las noches están llenas de ti, pensarte a una escala superior.

Así como la Homotecia, coeficiente “K” indefinido -claro mayor que cero-.

Dando vueltas en la cama, ¡Vaya insomnio que me mata!

Te has convertido en una obsesión, 

ya no importa la prenda que lleves contigo;

Faldas, blusas escotadas, pantalones o vestidos.

Ya he desarrollado la capacidad de con mi mente desnudarte.

La alegría brilla, pero por momentos. Luego, enfadado o triste sin razón.

Distante, frío y taciturno es como suelo actuar.

Pluma y agenda, Me acompañan en las noches.

No sé cómo llamar este sentimiento, en un aula de clases,

Su límite intentaría calcular. Sería algo así, del tipo exponencial.

Por mucho que intente dividir entre su mayor potencia, aplicar conjugado, racionalice, factorice o propiedades aplique; definitivamente al infinito tenderá.

Como verás, hasta en clase en mi mente estás.

Gasto parte de mi tiempo,  discurriendo una forma del seno de tu teta derivar.

Pero, ¡Qué procaz! Solo leyes matemáticas procuro aplicar. 

¡Vaya curva armónica la de tu cola! A una onda en física me hacen evocar.

Te adoro a mi manera y con ciertos cálculos aprecio tu belleza.

Luna llena, firmamento latente, ardiente y resplandeciente.

Las estrellas iluminan un sabor pasión, con sutiles palabras una de ellas te bajaría.

Ahora un cambio de canal, noche lluviosa de húmedo ambiente,

Experimentando tu universo, mis manos explorando por tu cuerpo,

besos sabor frambuesa más un poco de fuerza;

Trascienden nuestros cuerpos a otra dimensión.

Rey “Leo” regido por el astro sol en tu ascendente,

Un “Géminis” en mi primera cúspide, con regente mercurio, 

habitando un excéntrico “Acuario” de una forma indistinta te halago.

Reina entre las reinas, “Plutón en sagitario”, 

emplazamiento compartido,

Libre posesivo o libre posesión.

P. D. “El enamorarse a veces te vuelve un estúpido, pero también te hace único en tu forma de expresarlo”



Nueve Besos 

IV


Ese día de sol ígneo sin memoria,

roce briso de mar en las mejillas;

ósculo simple, sin dedicatoria.

De frente, impedidos los dos, ambos

por maderos de mesa del restaurant,

reverberante risa fue en los ojos;

me miraste, te miré, y así la tarde

se nos fue, se nos hizo oscura noche,

en esta estrella, en la otra y la otra, que arde

tiernamente en los mimos esquimales.

Ese día sin memoria, mujer,

de tu cuello los besos aromales

escapaban airosos para que,

de la distancia; primero, en tu mano

cayera fino el ribete; ya que,

antes de hilar como constelaciones

los picos en tu piel, fuera en la frente,

luego en tu oreja, hasta el beso francés.




A esto llamas obsesión 

V


No son tus besos que poco conozco,

O que mis ojos ignoren tu desnudez.

No sé si es querer darte este infinito,

O el apoderarme de lo irracional.

Es que no es tan solo mirarte, es algo más;

Es juntar tus labios y formar una metáfora con tu sonrisa.

Es respirar tu presencia, y no encontrarle sinónimo a tu ausencia.

Es conocer tus ojos a destiempo y que no sean para mí.

Verte y no verte,

Es tenerte aquí, y a la vez allá.

Es al borde como la orilla, al filo de casi cortar;

Y es casi medio día en cuatro paredes, un enmaraño, señal de televisión.

Solo son unos cuantos metros cuadrados, tan estrechos como jaula.

Casi medio día, y ahora en compañía de la brisa, hablando con las plantas.

Casi medio día, y ya pronto se cumple la otra mitad

¿Saldrá la luna? ¿Quién sabrá? ¿Llovería? ¿Quién sabrá?

Y es casi medio día sin pensar que te pienso sin hacerlo,

si llegase al otro día, a los árboles de ti, les volvería a hablar.

Me haré amigo de la tierra,

Y le pediré al lodo –con mucho respeto-,

Que tu belleza no vaya a manchar.

Casi medio día, y me gustaría pintar tu sonrisa en mi interior.

Casi de tarde, a las dos, eres estrella en el día,

Eres más luminosa que el sol.

Y por qué parar,

Si para soñar contigo hace falta dormir en el mismo lecho,

Yo, entre ayer y hoy, te soñé. ¿Sabes de qué trataba el sueño?

Tú y yo, durmiendo juntos;

Creo que es por eso que hoy te sueño despierto.

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