Mírame con las manos

Mírame con las manos

Ana Mil Días

02/08/2020

Prólogo: 

Cada uno poema de los poemas, pertenece a un momento, diferente en mi vida. Pongamos poesía a la vida, y vida a la poesía…ya que no hay nada más poético que el descubrir cada mañana el misterio que supone lo que todavía está por llegar. 

No hay milagro más grande que la vida, no hay mentira más real que creer que nuestra alma sea simplemente nuestro cerebro, y no existe una verdad más mentirosa, que la que nos cuenta que todo acabará cuando dejemos de respirar.

Nuestro cuerpo es un universo infinito, y el funcionamiento de cada una de nuestras células una realidad tan grande que parece mentira. Hasta en eso hay poesía…


Alas

Él tenía los pies muy bien puestos en la tierra,

pero el cielo le atraía.

Ella tenía miedo a las alturas, y sin embargo, estaba casi siempre estaba en las nubes. 

Los dos aprendieron a volar, y cuando se encontraron, se reconocieron por las alas.



Entre el cielo y el suelo.


Sólo sé que no sé donde estoy,

que no sé a dónde voy,

y yo quisiera volar, lejos de de mí, escapar.

De entre la locura y la cordura,

El amor y el desamor…

La generosidad y los celos,

La calma y la pasión…

De entre la culpabilidad y la inocencia,

la mentira y la verdad…

De entre la soledad y la compañía…

la desesperación, y la serenidad.

De amarte tanto

Estoy harta…

De que tengas la cabeza tan llena de conocimiento, ideas, inquietudes… 

y de que la mía sólo esté llena de ti; 

de que mi sueño sea estar a tu lado, y de que el tuyo sea no soñar,

de tener miedo al dolor propio y ajeno; 

de sentirme tan pequeña a tu lado, 

de envidiarte, de desear ser como tú.

De que tengamos tan poco tiempo para estar juntos, 

y que sin embargo, sea ese el tiempo que más anhelo. 

De no ser lo que soñé ser cuando era niña,

de que la felicidad sea tan fugaz, 

y de que las riquezas no se repartan. 

Estoy harta de tu impuntualidad,

tu independencia,

tu libertad. 

De que siempre que hablemos por teléfono nos tengan que interrumpir. 

De necesitarte, esperarte, llorarte y desearte. De amarte tanto.

Agua salada

Un paraíso de música,
de suaves, y onduladas tierras,
y de lluviosas fronteras,
entre mis piernas habita,
cuyas notas enloquecen
cuando tus dedos las tocan.

Y con sus melodías suben,
traviesas hasta mi boca
para susurrrarte al oído
que quiero gritarlas todas.

Un universo más arriba
estalla al sentirte dentro.
y por mi pecho sus estellas
viajan de mi alma a tu cuerpo…

Un mar desde mis labios
moja con agua salada
a otros labios más abajo
cuando entras en mi boca, rozando mis mejillas, mientras tus manos me tocan.

Y todo estalla en mi pecho:
la música, la tempestad
las estrellas y las olas…

Cristóbal

Llamarte así ya fue una señal de que a más de uno le cambiarías su historia.

De que de otros contarías la suya, 

y de que nos ofrecerías nuevos mundos por descubrir. 

Supe sin saber por qué,

que una parte de algo que yo no podía entender,

se  escapaba por las rendijas de tu distancia. 

El resto me lo confesaste después. 

Y comprendí que el tesoro 

que guardaba tu alma 

se escribía igual

que se escriben las primeras dos sílabas de tu nombre.

Agua

 Al  acariciarla por debajo de la falda, 

hizo estallar en ella todas las constelaciones del universo que había entre sus piernas. 

 Era de agua. 

Lo supo, porque todo el mar que ahora mojaba sus pies, recorrió su mano cuando la tocó.

Jaime

Cuando Anna miró a Jaime, le empujó a caminar rumbo a los paraísos que se entreveían por el agujero de su mirada, 

y los hilos invisibles de sus muñecas tejieron sin remedio el tapiz de sus vidas.
 Cuando se encontraron, unieron sus sueños sin mezclarlos 

y rieron con sus distintas risas la alegría de sus tristezas curadas.

Se alimentaron de sus pasados y sus temores, 

y bailaron al son del vals que las estrellas les marcaron.



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