Monumento (parte 1)
El último libro que leí
Era de tu biblioteca
Tenía la tapa maltrecha
Rota y descolorida.
El título era algo pretencioso
Que apenas se entendía
La portada una imagen abstracta
Que se desvanecía.
“La teoría del Todo y de la Nada”
Era tu libro favorito
Tantas veces me habías hablado de él
Incluso vi sus palabras en tu piel.
Lo citabas para refutar mis argumentos
Que ahora son solo un frío monumento
En la plaza gris de tus recuerdos
Donde no alimento palomas, sino cerdos.
La teoría del Todo y de la Nada
Siempre buscando el modo
Para nada dispuesta a conformarte
Era tu método para todo
Para nada condescendiente al entregarte.
A veces hasta haciendo oídos sordos
Como conociendo de antemano la respuesta
Tu frialdad era respeto, en el fondo
Tu soledad y silencio una propuesta.
Eres mi todo, llegué a pensar con ilusión
Pero nunca fui tan temerario
Para gritar al cielo esa confesión
Y aceptar que tu beso es necesario.
Eres mi nada, llegué a la triste conclusión
Y aunque absurdo y tal vez contradictorio
En silencio ahora canto la canción
Que fue de amor, y ahora es canto mortuorio.
Requiem por un verso
Te pido por aquellos poemas
Que tal vez ayer
Tal vez en el día de hoy
O incluso durante este ritual
Dejan mi mente y mi carne
Para ir a tu divina presencia
Ayúdales en su última agonía.
Concedeles el descanso eterno
Que en tu pecho duerman por siempre
El sueño, y no el de los justos
Sino el de los amados.
Que tus ojos los lean con luz perpetua
Y no haya para ellos más oscuridad
Ya en mi pecho purgaron sus culpas
Ahora libres buscan tu lugar.
Ya no me pertenecen
Mi mundo es el reino de la muerte
Gobernado por un tirano e impostor
Que profana tu nombre entre penumbras.
Versos del purgatorio
Quién los pudiera aliviar
Que lleguen a ti y al menos ellos
Toquen tu alma una vez más.
Desnuda
Desnuda, como en la canción
Con una sonrisa de satisfacción
Y en los ojos aún restos del placer
Que tu cuerpo no quiere perder.
Tu pelo es un descontrol
Por las persianas entra un rayo de sol
Ya no hay maquillaje en tu piel
Y te ves más hermosa sin él.
Cualquier caricia improvisada
Desatará una alquimia impensada
Mi piel querrá vestir tu desnudez
Y mis pies ser el piso de tus pies.
Desnuda conquistarás el mundo
Con mis besos en tu espalda me hundo
Hallaré descanso en tus piernas
Y saciaremos nuestras hambres internas.
Mi paraíso
En la cama te entregabas por completo
Eras el animal más libre que algún día vi
Las horas de mi vida que te dí
Fueron mi paraíso.
Al principio me costaba entender
Parecías borracha o perdida
Pero tenías el secreto de la vida
Entregarte sin pretensiones.
Recorriste mi cuerpo en la penumbra
Cómo una serpiente rodeaste mi figura
Y yo apenas pude comenzar
El éxtasis nos trajo la locura.
Y así antes de irte me dejaste
Un manual de instrucciones preciso
Para que cuando me encuentre con otro cuerpo
Lo pueda convertir en mi paraíso.
Perséfone, mi amiga fiel
La llamé Perséfone
Así le decía en nuestras charlas
Su verdadero nombre era otro
Y yo tampoco era Hades.
Varias veces me invitó a su cuarto
A practicar el ritual añejo
En el que yo era el cielo y el rayo
Y ella el mar insondable y bravío.
Su amiga era la sacerdotisa
Que fiscalizaba todo con devoción
En el trípode y en meditación constante
Para que nuestro rito lograra el favor.
Un sabio profesor de filosofía
Me había advertido no concurrir
Pero mi curiosidad pudo más que el consejo
De ese sabio que aún hoy venero.
El desnudo de los cuerpos fue anecdótico
En la habitación iluminada por gruesas velas
El incienso solo hacía más delicioso su aroma
En el que las virtudes de la carne se potenciaban.
La maja desnuda se conformaba con su sombra
Y el resto del mundo ignoraba sus atributos
Los cuales me encomendó no idealizar
Lo cual intenté, lo juro, lo intenté.
Perséfone, mi amiga fiel
Patrona de las oscuras profundidades
Ninfa de los arcanos y los tesoros
Guardiana de una mística que hoy añoro.
La biblioteca de Alejandra
La primera vez que entré a su casa
Lo primero que hice fue colgar la chaqueta
Luego ver saltar al gato
Hasta detenerme en su biblioteca.
El gato se llamaba Delfos
Pero eso amerita otra historia
Me perdí en la selva de sus títulos
Y ella al notarlo no evitó sonreír.
Era una colección antojadiza
De libros de arte y fotografía
Con recetas veganas que para mi suerte
Nunca llegué a probar.
Nietzsche, Beauvoir y Byung-Chul Han
Mezclados con revistas de moda
Libros de comunismo pop
Manga, cómics, atlas e historia.
Tenía otra biblioteca entre sus manos
En ese vidrio negro que iluminaba su rostro
Allí coleccionaba amores (supongamos)
Sonrisas, etiquetas y canciones.
Pero de las páginas y volúmenes de su vasto catálogo
Ni una había en blanco como para dejar mi recado
La biblioteca de Alejandra hoy se ha quemado
Soy solo un sujetalibros olvidado.
Interminable IV
Que cómo me di cuenta
De que el universo y yo somos uno
Es digno de ser contado
Fue cuando supe que todo comenzó
Con una gran explosión
Que a partir de allí nunca se detuvo
Y que un día toda esa fuerza y fulgor
Se apagará lentamente.
Que tras eones de soledad y silencio
Ha habido instantes de lucidez
Que por más que encandilen
Serán pasajeros en tránsito.
Se que ignoro tanto de mí
Cómo de este cosmos inmenso
Ni que hablar del caos burbujeante
Que me mortifica en las noches de oscuridad.
Pero eso es lo que soy
Eso es lo que eres
De la nada venimos y a ella iremos
Ella temblorosa y exhausta
Cómo una madre amorosa
Nos acogerá en su seno.
Para morir en paz
Para dejar de existir
O tal vez simplemente
Olvidar todo por un tiempo
Hipnotizados por su arrullo.
Volveremos al bucle interminable
Rueda de placeres y penas
Abrazos y afrentas
Cadenas y rosas.
Rituales de emergencia para alquimistas internos
Los recuerdos y secretos se van quedando añejos
Embriagando nuestro interior con taninos variados
Como tesoros les guardamos un lugar especial
Sin darnos cuenta de que nos están envenenando.
Mirándonos desde su pedestal de oro y marfil
Negándonos como a criminales el beneficio de la duda
Seduciéndonos con su paraíso de la certeza absoluta
Sabiéndose dueños y señores de nuestra vida.
Pero en el fondo están llenos de miedo
Porque saben que solo un instante nos separa
De la absoluta y definitiva libertad
Que puede convertir el pasado en una mera anécdota.
Solo si nos entregamos en el altar
Que no es otro que nuestro cuerpo y vida temporal
Que no depende de bendiciones canónicas
Ni de una autoridad escrita o dicha.
Si ejecutamos los rituales de emergencia
Y aceptamos nuestro destino de alquimistas
Habremos dado un paso milimétrico
Y a su vez recorrido una distancia insondable.
Se habrá creado una nueva línea en nuestras manos
Y ya no tendremos esa pesada mochila de destino
Porque ni el pasado condena ni el futuro apremia
Y no hay abrazo más definitivo que el que aún no se dio.
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