La sorprendente sensación de que sí estás.

La sorprendente sensación de que sí estás.

Ella duerme y mi vigilia la custodia.
El sueño me vence y abro el portal
de lo onírico, y nos encontramos.
Cuando despierto, tengo sus recuerdos
a mi lado, y su muerte reciente.

Se que al doblar de algún minuto ella me espera.
—Así me dijo. — Pero nuestras carnes eran firmes y
la partida lejos.
Ahora espero que llegue mí minuto
para salir a su encuentro.

Ella sonríe a la distancia y me seca las lágrimas.
El tiempo es como un dios, hace magias.
No soy hechicero.
Los miedos me acompañan
cuando la evoco y no la encuentro.

Después de tantas brisas el calor aparece.

Las nubes ennegrecidas lagrimean

en mis mejillas polvorientas.

Soy conciente de mi tristeza y le sonrío

tratando de ahogar las gotas de la angustia.

Ella no quería entristecerme, no lo hizo.

Ella se fue por esa puerta de la vida

sin amarguras ni testamentos.

Me dejó sus días y sus noches

con la mágica presencia de los bellos momentos.

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