Marinero en tierra
Ahoga mi llanto en
la mar de tu olvido,
apacigua mi sed con
la fuente de tus ojos.
Deja que naden mis sentimientos
por entre tus océanos perdidos.
Y cuando lleguen tus tormentas,
deja que zozobre.
Náufrago,
a merced de las olas
que me lleven hacia la costa.
Marinero en tierra
que no busca más que un piélago
donde darse a la deriva.
Preparativos
Atracado en puerto,
paso por última vez lista a mi tripulación:
los siete pecados capitales,
algunos sentimientos ya gastados,
otros nuevos e inventados,
mi musa —instalada en el mejor camarote—,
varios cuadernos de notas,
la inspiración
y yo.
Para el viaje que me depara
estamos todos.
Izo las velas y a la mar.
A la deriva
Mares de tinta color sangre
despuntando algún corazón herido.
Océanos de folios en blanco
esperando tormentas, tifones.
Y hasta cantos de sirena.
Faros en la costa;
luz del norte en los cielos.
Y yo siempre tan perdido:
a la deriva
o encallado en aguas poco profundas.
Mi mar
Cogí mi cielo y lo anclé a tierra
para tener un mar donde perderme.
Un océano en mitad de Madrid
donde sentirme libre
y navegar a la deriva.
Y así, cada noche,
poder atracar en un puerto distinto.
Y rodearme de otros rostros.
De otras calles, de otros mundos;
pero con las mismas ganas.
La misma curiosidad de siempre.
Y al romper el alba,
hacerme de nuevo a la mar.
Un océano inmenso,
solo para mí,
donde refugiarme de todo.
Y de todos.
Brisa
Añoro la brisa del mar,
el romper de las olas y
el hipnótico siseo de su espuma
blanca.
Qué no daría yo por estar confinado
en la inmensidad del océano.
Aire puro
Aire.
Mi alma pide aire.
Aire puro
con el que saciar esta sed de libertad.
Estas ganas de abarcar todo sin
medida
conformándote con nada.
De tener
—y no querer—
nada más
que lo que siempre llevas contigo:
la esencia de lo que eres
y dos o tres sentimientos,
por si con vivir no te es suficiente.
Sentimientos equivocados
Tu nombre evoca a excesos,
a esas ganas extremas
que desencadenan en rabia,
como los deseos no alcanzados
y las noches de pasión aplazadas.
El mío a paz,
pero de esa que solo se alcanza al
evitar
tantos dulces desengaños…
Esa calma fingida
que se consigue al no haberlo
intentado.
Mi faro
Siempre te encuentro;
siempre corro a refugiarme en ti.
Y tú siempre me acoges.
Fuera quedan ahora las tormentas,
los fantasmas
y ese inmenso vacío.
Dentro, esa luz que me reconforta;
y la sensación de sentirme en casa
aun estando en cualquier otro sitio.
Presentes encapsulados
Cada palabra tuya cobra ahora otro significado.
Cada acción pasada reverbera en mi hoy,
un hoy que ya no es contigo.
Un hoy con reminiscencias de ayer.
Y un ayer que,
por más que lo intento,
vuelve cada cierto tiempo a formar parte de mi presente;
aunque solo sea en flashes,
en instantáneas de presentes encapsulados.
Azules
Quisiera pintar azules como el cielo de Madrid
que no me abandonasen nunca
y que me dieran luz.
Incluso en los días nublados.
Azules como las mareas que no tiene,
o como el océano que nunca tuve
pero al que siempre necesito volver
para salar mi alma.
Azul donde perder la vista
y buscar el horizonte
donde todo se difumine y se confunda.
Porque la vida se resume a eso: matices.
Colores,
luces y sombras
que transforman nuestra realidad
e iluminan cada una de nuestras
experiencias.
Profundas borrascas
Y de repente todo explota.
De repente el alma grita y mis labios, que no callan,
anuncian lo inminente: rachas de rabia desatada
que presagian tormenta y azotan en mi mente.
Los ojos se iluminan mientras la garganta truena,
y las nubes que se forman impiden toda cordura;
aíslan el raciocinio, envalentonando a la pena.
Torrentes en el norte que inundan las mejillas.
Vientos que se cruzan, anunciando la peor suerte.
Y en el centro se desata:
ciclogénesis explosiva.
Cantos de sirena
Menos cantos de sirena
y más polvos de hadas,
por favor.
Sí,
menos cuentos de princesas
y más cenicientas empoderadas.
Empachados ya de
comer tantas perdices
y con el azúcar por las nubes de ser tan felices.
Azul atémporo
El tiempo acabó sucumbiendo al romper de las olas,
como momentos reprimidos que acaban por estallar.
Y la espuma blanca lo cubrió todo.
Las horas, los minutos y hasta los segundos
se dejaron llevar por sus corrientes marinas,
perdiéndose en aguas profundas.
Y las mareas ocuparon su lugar,
como instantes atrapados
que tienden a repetirse eternamente,
en un inmenso azul atémporo.
Defectos de forma
Los silencios nos hablan, en su mudo idioma y
a su extraña manera,
explicando todo aquello que las palabras no pueden,
o no encuentran el modo.
Y así, nos comparten vivencias,
nos regalan momentos
o nos delatan secretos.
Y todo, sin excesos,
pero con defectos de forma.
Este azul
Efervescencia
y esa brisa acariciando tu rostro.
Abrupto,
como las cien primeras veces.
Justo eso:
soplo de aire fresco.
Los últimos rayos arañando el cielo
y el sabor a sal de lágrimas
empapando labios ajenos…
Su romper a tus pies,
haciendo que se encabriten las emociones
y se erice hasta el alma del más desalmado…
Y ahora.
Ahora todo se puede ir al traste
que yo, de este azul, no me muevo.
Silencios
Gritos mudos,
palabras ahogadas.
Silencios eternos,
prolongados silencios,
que acarician, tocan, trastocan.
Que duelen.
Que llenan.
Y te sacian.
O te destrozan.
Resaca
Hasta el alba le espera desde su partida
y, por si acaso regresara,
la luna ilumina cada noche
el camino de regreso a casa.
¿Dónde fuiste, marinero?,
¿dónde te llevó la resaca?
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