Era una luciérnaga….

A por ratos luz intensa,

otros tantos, niebla frágil.

Cuan nublada está la vida sí,

del tránsito de una estela

depende nuestra calma!.

Abre los ojos,

y con un parpadeo continuo, 

busca el escenario preciso de la despedida.

Era una rosa…

A por ratos fragancia dulce,

otros tantos, hedor de flores rancias.

Cuan marchita está la vida sí,

del cuidado de un rosal

depende nuestra calma!.

Inspira con fuerza,

y como un disneico angustiado,

busca el instante preciso para la despedida.

Era un perro….

A por ratos, su lengua le lamía la piel,

otros tantos,  capta  un suelo frío y áspero

Cuan ardida está la vida sí,

del roce cercano depende nuestra calma!.

Mueve sus manos con mucha torpeza,

para que ellas palmeen el escenario de la despedida.

Tararea, musita, se mece.

Mueve el chinchorro, y por vez última,

respira profundamente el aroma de la rosa fresca,

mueve la mano hasta el hocico de su fiel perro,

atisba el horizonte y

observa la luciérnaga….

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