Mi mamá hizo una cortina, era color lila y gris, decía que era para que el mundo no viera lo que no le importa.

En una tarde subí a la montaña, al bajar mi padre me esperaba en aquella casa de cristal, me dijo que no debía ser como los demás, mirar por donde no debo. Y pinto, pinto los colores de la cortina en mi piel, solo lloraba en mi cuarto, porque eran manchas. Recostada en mi cama viendo la cortina y por el reflejo de la delgada cortina, el cielo.

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