Sin darme por vencida.

Sin darme por vencida.

Con pie derecho, -así inicié mis estudios de Pregrado en una Universidad pública de mi país-. En ese tiempo no contaba con mi propio vehículo, así que debí utilizar el transporte público por cuatro largos años.

En ese tiempo los asaltos a los buses que transportaban a universitarios eran muy frecuentes, recuerdo en una ocasión ir un poco distraída (pensando mucho…son tantas las cosas que pasan por la cabeza de una universitaria…) cuando de repente un joven se puso de pie, y dijo que debíamos darle lo que lleváramos -claro, se trataba de un asalto otra vez- sacando mi billetera estaba cuando me dijo —¡dame tu cartera también! y con una arma, ¿cómo podría negarme?— cómo mi cartera era grande colocó allí todos los objetos robados de los demás, pero continué la plática consultándole ¿Podría por favor darme los folders que llevo en la cartera?—Y de mala manera, me los dio—. Suficiente tenía con el susto del asalto, para que también por culpa de él no presentara varias tareas que bastante me había costado hacer días antes.

Recuerdo que mi última clase terminaba a las 9:00 p.m. el bus tardaba casi una hora y minutos para que llegara a mi destino… eran casi las 10:15 p.m. las calles eran solitarias, como un pueblo fantasma…ni una alma camiba alli, casi todos cerraban las puertas de su casa y dormían temprano, pero yo quería alcanzar un sueño y trabajaba todos los días incansablemente para que se hiciera realidad… ya había avanzado unos 15 pasos cuando de repente un tipo mayor, se bajó de un carro, y me tomó del brazo fuertemente (fue tan rápido todo que no me dio tiempo de reaccionar) cómo trató de acercarme a él varias veces -después que me quitó mi teléfono móvil y dinero- pude sentir ese olor tan desagradable a alcohol, forcejié varias veces con él para poder huir pero, ¿cómo puede la fuerza de una joven de 23 años ganarle a un hombre mayor? gracias a Dios un taxista que pasaba por allí con dos señoras abordo se detuvo, y le grito: ¿hey qué pasa? ¡suelte a esa muchacha! pude ver en los rostros de esas personas la angustia, en realidad, nada distinto a lo que estaba sintiendo en ese momento… el tipo se alejó y gracias a Dios no hubo mayor consecuencia que el susto por varios días…

Cuando se tiene un sueño, muchas son las pruebas, obstáculos y dificultades que se deben de pasar, pero esto nos ayuda a ser mas fuertes, agradecidos, comprometidos… y una característica más importantes: entender a los demás…

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