Podía sentir el cosquilleo en el estómago, el viento en mi cara, el sudor de mi cuerpo e incluso el dolor en mis pies que de alguna manera me causaba gran satisfacción.

La noche siempre me pareció mejor que el día, las calles están solas y se puede apreciar mejor el sonido emitido por las hojas de los árboles cuando el viento sopla sobre ellas. Es exquisito apreciar las calles del barrio por la madrugada con solo mi skate, buena hierba y una agradable compañía.

Andy, Pudin, Picho y Josh eran mis más cercanos amigos, solíamos salir a patinar todas las tardes y especialmente en las noches, nos reuníamos en el parque Cañitas donde se juntaba todo el barrio skate pues a pesar de ser tarde nunca estaba solo y casi parecía que todos nos sentíamos más cómodos estando fuera de casa con nuestros amigos en las tablas acompañados de buena música y un excelente ambiente.

En casa siempre había problemas, Patricia casi nunca estaba y cuando aparecía metía cada hombre distinto y desagradable. Estando en casa no me sentía a salvó pues siempre tenía que soportar las miradas y comentarios lujuriosos de las conquistas de Patricia, mi madre. Aafortunadamente no se me acercaban, pues siempre me encerraba en el cuarto de mi abuela con Alzheimer a platicar con ella aunque yo sabía que no me entendía, le ponía música que solía escuchar en su juventud para silenciar los gemidos y gritos provenientes del cuarto de a lado y cuando tenía un poco de suerte mi abuela recordaba algo de su pasado y me contaba historias que aunque a simple oído no tenía mucho sentido acomodando las partes importantes se encontraba un gran relato.

Ya bastante difícil era atender yo sola a mi abuela porque jamás fui de tener paciencia pero yo estaba muy conciente de que ella en algún momento lo había dado todo por mi y era mi turno de cuidarla, nunca me molestó hacerlo pero eso no significa que no fuera complicado. Recuerdo muy bien lo difícil que era verla a los ojos y encontrar su mirada vacía, también recuerdo cómo se enojaba cuando intentaba cambiar su pañal o cuando quería darle de comer, sin embargo, no hay nada más difícil saber que Tita al verme ya no sentía nada porque no sabía quién yo era. Duele que la única persona que se hizo cargo de mi aún cuando no le correspondía me vea cómo una completa desconocida y para colmo mamá parecía culparme por la enfermedad de mi abuela.

Salir era una dicha enorme, encontré en la calle la comodidad y la tranquilidad que tanto buscaba, después de estar atada a una rutina que parecía infinita encontré la mejor salida, cada día se hizo una aventura, patinar con mis amigos descubriendo nuevos lugares, conociendo nuevas personas e introduciendo me en nuevas culturas. Al morir mi abuela ya solo visitaba mi casa para dormir, a mamá parecía no importarle mi ausencia, es más, se preocupaban más mis amigos cuando no iba a patinar que mi madre cuando no llegaba a dormir.

Quise tomar la calle como mi hogar y mi casa como un simple lugar para descansar, ¡Pero vaya! No sabía que de la calle aún no había conocido nada.

Un día llegaba a casa de madrugada e intente entrar haciendo el menor ruido posible, ví a un hombre en la cocina que parecía estar armando un toque de hierba pero lo ignore por completo y seguí mi camino hasta mi habitación que por alguna razón estaba abierta ¡Yo nunca la dejo abierta! Al entrar ví una caja donde guardaba mis cosas más personales sin tapa sobre la cama con mi grinder afuera y sin mi mota. No hay nada que me moleste más que toquen mis cosas los hombres que Patricia mete a casa. No lo pensé dos veces y salí a confrontarlo, creo debo dejar de ser tan impulsiva pues lo que gane es que un hombre que media mucho mas que yo y me triplicaba la edad estuviera sobre mí intentando bajar mis pantalones, aún no puedo olvidar la importancia que sentí al no poder moverme, jamás olvidaré lo asustada que estaba porque quería aparentar fuerza, pero claramente no la tenía. Grité tanto que mamá despertó y fue corriendo a la cocina, me encontró abajo de el con los pantalones abajo y las manos a la espalda con los ojos empapados en lágrimas y aún así le creyó a el cuando le dijo que yo lo provoque, me resultó contraproducente defenderme, pues al decir que solo quería recuperar mi marihuana Patricia me corrió por puta y drogadicta.

Pasé una semana durmiendo en la calle, aguantando el hambre y el frío, evitando cualquier contacto con cualquier persona, no sabía nada de mis amigos porque no quería que me vieran así. Una semana fue suficiente para querer volver a casa, extrañaba la comodidad de mi cama, a mí patineta y sobretodo extrañaba los días con mis amigos. No me quedo de otra que tragarme mi orgullo y volver a dónde mi madre para disculparme por algo que no había hecho, pero creo que la comida, el baño y la comodidad valían más la pena.

Al llegar me quede sentada afuera de la casa por mucho tiempo porque no sabía que iba a decir. Una hora afuera pensando y me había arrepentido de estar ahí, estaba a punto de irme cuando ví a mi madre, iba llegando, se detuvo al verme, nos miramos unos minutos y fue llorando a abrazarme, pidió disculpas, nos soltamos ambas en llanto, estaba devastada porque pensaba que me habían violado y ella lo había permitido entonces le expliqué que del susto no había pasado, ella llegó justo antes de que el me hiciera algo y por primera vez en la vida mamá y yo hablamos.

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