Segundas Oportunidades

Segundas Oportunidades

La vida es impredecible, a veces cuando miras hacia atrás hay tantas preguntas sin respuestas, tantos caminos que hubiésemos tomado si nos dieran la oportunidad de regresar en el momento exacto y hacer las cosas diferentes. Si tuviésemos la oportunidad de haber tomado las decisiones correctas no sentiríamos remordimientos sobre lo que hicimos mal o lo que no hicimos por esas personas que no están. A veces crucificamos a alguien por una mentira o una decisión que se toma por nosotros, y es fácil preguntarnos cómo es posible que nos mientan cuando nos enseñan que no se debe mentir a los seres que queremos. Hoy me doy cuenta que las mentiras a veces son necesarias, que a veces causan menos dolor o malestar que una verdad.

  • -Doctor ¿Por qué no hacen nada? No me dejen morir – apenas sale su voz por sus labios inflamados y cenizos, su voz me trae a la realidad del momento.
  • -No se preocupe, el enfermero ya viene con el plasma. En unos instantes le pasaremos la transfusión.

El doctor me mira y veo la incertidumbre en su mirada, a pesar de los años que debe llevar en su profesión siento que su dolor es sincero, como si fuera el primer paciente que atendiera en su vida.

Cierro mis ojos y evoco la imagen como si fuera un video que se reproduce una y otra vez en mi mente. Soy capaz de voltear hacia mi derecha y en vez de mirar mi laptop y la foto de mi pequeña, observo la camilla del hospital. Siento su mano sin fuerza apretándome la mía y aun hoy cuando evoco ese día siento la frialdad y el sudor de la suya, siento su mirada de angustia por la incertidumbre de lo que está pasando.

Pestañeo varias veces para evitar que la angustia me sobrepase y mis sentimientos se desborden y rebasen la situación en que nos encontramos. Mi mente no puede evitar preguntar en qué momento nos hemos distanciado tanto, en qué momento nos volvimos tan distintas, en qué momento las diferencias hicieran de nuestros mundos tan distintos, en qué momento me convertí en verdugo de sus acciones y fui capaz de ser tan dura juzgando las acciones de los demás.

La llegada del enfermero con el plasma me saca de mis pensamientos, y miro para la camilla. Sus ojos están más inflamados de lo normal, miro y no me puedo imaginar cómo puede respirar con esa pequeña manguera en su nariz. Debe dolerle, le miro para la mano y se notan las marcas negras de donde le han puesto en estos meses las agujas para los sueros. Observo hacia la puerta y veo al doctor de hace unos instantes como me hace una seña para que salga, le suelto la mano y es que me doy cuenta que tiene la suya muy apretada a la mía como si de eso dependiera su hilo de vida en este mundo. Le sonrío, le acaricio la mano con ternura y le indico que me suelte. No le hablo, porque creo que el nudo que tengo en mi garganta se desataría y rompería a llorar.

Al salir al pasillo, el doctor me pone la mano en el hombre y me comunica:

  • -Está mal, te comunico que le estamos pasando transfusiones de plasma y sangre para que se mantenga estable, pero no podemos hacer más nada
  • -¿Cuántos días le da de vida doctor? – es lo único que se me ocurre preguntar. No creo que pueda procesar tanta información.
  • -No sé decirte. Si rebasa la crisis tendrá que estar permanentemente con oxígeno – me mira esperando que le indique que comprendo. El cáncer ha hecho metástasis de una manera muy rápida, lo tiene en la piel, pulmones, hígado. No entiendo por qué no vino al médico antes – suspira con resignación.
  • Me quedo callada, sé que no vino antes para no preocuparnos. Al entrar veo que el enfermero le está tomando la tensión y me siento a su lado, rápidamente me toma la mano, y sonríe. – No te preocupes mi niña – me mira y siento en su mirada que tiene esperanza, que cree que estará bien. Me veo en el ascensor y me preguntó cómo llegué ahí. Miro hacia un lado y veo la camilla con un cuerpo envuelto en una sábana, un cuerpo sin vida. Le aprieto lo que supongo es una pierna y las lágrimas me inundan. Todo ha pasado tan rápido, llevaba casi 48 horas sin dormir, me pide que descanse un rato. Apoyo mi cabeza en el colchón, cerca de sus pies para y le agarro la mano. El sueño me alcanza rápidamente, el cansancio me rebasa. Solo puedo decir que sentí algo en mi corazón, es difícil de explicar, pero es como si hubiésemos estado conectadas, me despierto sobresaltada, miro su cara y me doy cuenta que ya no está. Solo ahora recuerdo como me levanté rápidamente y corro en busca de los médicos. Veo como entran a la habitación corriendo, no tengo valor para entrar, no la quiero recordar así. Oigo como en un sueño que dictaminan que falleció a las 11:15pm, mi tío sale con lágrimas en los ojos y me mira preocupado, sabe que llevo dos días sin llorar, con mi coraza levantada. Han pasado 15 minutos más o menos de su muerte y no he podido llorar. Solo ahora en el ascensor las lágrimas brotan de mis ojos y un grito sale de mi garganta. Aún ahora recuerdo este momento y no puedo evitar llorar. – Te quiero – pronuncian mis labios 6 años después con la esperanza que su alma esté a mi lado y me pueda oír. Sé que no la tengo para decírselo y lamento no habérselo dicho antes. En 6 años me he dado cuenta que MADRE es una sola, y que son únicas. No pierdas la oportunidad, y dile que la quieres antes de que sea muy tarde

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