Rememorando los pasajes de familia

Rememorando los pasajes de familia

Edgar Reay

07/10/2017

Estoy reunido con mi familia. Actualmente somos tres personas, luego de haber llegado ser más de ocho personas. Somos mi madre, mi hermana y yo, luego de que éramos una familia común y anticuada; mamá, papá, cuatro hijos, uno de ellos con una esposa y dos hijas, y otro con su pareja. Todos vivíamos en completa armonía y paz. Pero luego empecé a pensar, mirando a las dos personas que quedaban en la familia y yo mismo, aunque sabía la respuesta me pregunté: ¿qué rayos pasó aquí? pues aquí contaré mi historia.

Como dije anteriormente, éramos más de ocho personas en la familia, pero no disimulábamos los roces y peleas como hacen actualmente las familias modernas para quedar bien ante la sociedad, aunque en un inicio si logramos ser lo que se conoce un «ejemplo a seguir». Últimamente habían más peleas de lo normal, a tal punto que se alcanzó a llegar a los golpes entre nosotros los hermanos, y por más que mis padres intentaban controlar todo era imposible.

Y luego llegaría lo desafortunado: mi padre, jefe del hogar, quien había tenido una lucha contra el cáncer tiempo atrás, había vuelto a recaer en él. Se sometió a una operación, de la cual duró más o menos dos meses en coma y luego de esto llegaron más consecuencias: al realizar la operación, los médicos lo dejaron mucho tiempo al descubierto, y se le entró al organismo una bacteria. Se supo de la presencia de esta bacteria cuando despertó del coma. Pero lo peor fue que esta bacteria le hizo acelerar la metástasis del cáncer y murió. Mi padre, la base del hogar, el jefe de la casa. Todos, desconcertados, hicimos lo que en mucho tiempo (más o menos unos diez años) no hacíamos: estar juntos. Como se dice por ahí, los momentos más importantes y desafortunados reúnen los que se han separado. Por separados no me refiero a que cada uno se fue por su camino, pues aún vivíamos juntos. Hay que saber la diferencia entre estar juntos y vivir juntos; vivíamos juntos, pero no estábamos juntos.

después de este lamentable hecho, empeoraron aún más las peleas, pues la base del hogar ya no estaba, y mis hermanos mayores querían hacer, por decirlo de un modo amable, su voluntad con mi mamá y mi hermana mayor, la cual es una persona en condición de discapacidad.

Hubo una pelea, en la cual mi hermano mayor (él tenía 31 años y yo 16) me golpeó y mi mamá lo echó de la casa. En ese momento la familia comenzó, aparte de a no estar juntos a dejar de vivir juntos. Por su parte, mi hermana menor, tenía un novio y en el momento en que se casó con él se alejó de la familia.

Pensándolo, esto me deja una enseñanza: Hay que admitirlo, una familia tiene sus disgustos y peleas entre sí, pero este no debe ser el motivo para que esta se diluya. Siempre se debe encontrar una solución al problema que aqueja, pero no diluyan el amor familiar como en mi caso, por motivos que no tenían ni siquiera importancia. Y también que cosas como la muerte no sean lo único que haga volver a unir a una familia.

Edgar Reay

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