DESDE SUS ÁRIDAS RAÍCES

Me vi de pronto contando mi vida a un escritor. Lejos estaba de imaginarme que un día, desgajaría uno a uno el retazo de alegría y dolor que conforma el paño sacro de mi alma.

El calor de aquel recinto me abrigó de tal manera, haciendo fácil ingresar al tálamo sagrado de la existencia. Delicadas flores cuyo aroma invadía el ambiente, formaron contubernio con el amplio ventanal que señalaba el paso a la eternidad. ¡Gratificante oficina!

A pesar del confort, sentía remover dentro de mí el infierno que aún llevo dentro.

La belleza del lugar se tiño de un gris obscuro y el alma declinó en su benevolencia.

Entre cuatro y seis flores de mayo padecí lo que nunca merecí. El tiempo escribirá en línea recta, la verdad, su verdad.

Aún recuerdo el tibio aire de aquella casona y los instantes de soledad y dolor como si fuese ayer.

Día y noche deambulaba de la mano de la dama misteriosa, esa que no habla, que no canta, que no causa dolor, aunque imperceptible horada la profundidad del ser.

La soledad es linda y buena consejera cuando se le ama y a gritos se pide su compañía; nociva en el evento contrario.

Caminé incontables amaneceres terciando la maleta a mi pequeño cuerpo;transitaba avenidas peligrosas y congestionadas, siguiendo los pasos de extraños peatones. ¡Anhelaba estudiar!

¡Esa soledad, esa ausencia que gritaba la presencia de mi progenitora, florecía día a día, desde sus áridas raíces!

No importa cómo, pero llegué, logré escalar uno a uno los peldaños de la ignorancia. He vencido.. aún no lo sé.

Con la mirada en el infortunio comprobé, que la dama misteriosa suplió de un santiamén la existencia de mi madre. A ella no la culpo. Sembró en mí un dolor cuya dimensión no puede imaginar, pero a su vez, es víctima letal de ese mismo dolor y muchos más. La eterna cadena se ha roto. Ella lo buscó, yo no. He ahí la gran diferencia. No sé si ésta obra sea escrita para desahogarme o para meter el dedo en la llaga.

En el anverso de mi vida, miro absorta mi corazón y el alma rota.

FIN