Así fue cómo te quedaste en mi.

Así fue cómo te quedaste en mi.

Xinaj

28/09/2017

Muchas veces me he despertado en la noche inquieta, dejando el sueño a un lado y tomando incansablemente la labor de pensar una y mil veces qué hago aquí.

Miro por la ventana y observo la ciudad tranquila, la Luna brillante y la noche fría; enciendo un cigarrillo y comienzo a caminar de un lado a otro por la habitación, te observo dormir y un sentimiento estruja a mi corazón; te vez tan hermoso que siento deseos de rosar con mis manos tu suave rostro, pero, como un relámpago viene a mi memoria el recuerdo de tus tantos hirientes comentarios hacia mi cuerpo, dejo brotar una lágrima por mis ojos, rodando por mis grandes mejillas y alejándome suavemente de la cama. Salgo al pasillo con la intención de terminar mi cigarrillo y calmar mi conflicto interno, tratando de cambiar mis emociones y pensamiento para poder regresar al lecho… es inútil, enciendo un cigarrillo más y comienzo a recordar cómo fue que Dios nos puso en ésta situación; fue tan sorprendente la forma en la que nos unió que me resulta impensable que haya cometido un error.

De entre tantas mujeres que te pretendían, con diferentes formas de ser, pero con un físico mucho más aceptable socialmente que el mío ¿por qué elegiste unir tu vida conmigo?. Desde el primer día en que nos conocimos sabías que yo era diferente, no solo en mi forma de ser, de pensar y de actuar, sino también en mi aspecto físico, mi sobrepeso jamás te lo oculte o te lo hice ver cómo algo que podía cambiar de la noche a la mañana, y aún así me decías que me amabas y aceptabas.

Era tan hermoso escucharte, ver y sentir que eran verdad tus palabras que no deje en duda lo que mi corazón en sentimiento por tí palpitaba. Puse en manos de Dios mi destino, pensando que a tu lado un nuevo y hermoso capítulo daría inicio en nuestras vidas; ambos hemos pasado por muchas desventuras y penas amorosas; se me acaba el cigarrillo y aún no consigo saciar mi angustia para volver contigo.

La primera vez que subí al camión para ir a conocerte, tampoco pude dormir esa noche; imaginarme cómo sería tu reacción al verme provocaba que mi estómago revolviera los jugos gástricos, pensar que tal vez te arrepentirías y no llegarías por mi a la Central hacía que mis manos se helaran a pesar de estar a 38º de temperatura… pero Dios ya había tomado una decisión para conmigo y yo ya había subido al camión. Tal vez no comprendí correctamente el que no hubieras llegado a tiempo a recibirme, ni ese beso apresurado, tampoco la prisa por subirnos a la camioneta para poder irnos de la Central. Ante mis ojos eras perfecto, eres perfecto. El cigarrillo se acabó y me ha quemado mis dedos, los meto en mi boca tratando de aminorar el ardor que el tabaco les provocó… y unas lágrimas se cuelan por mis mejillas recordándome que no es por ello que mi corazón se estruja.

Miro de reojo hacia la recámara y suspiro, recuerdo ese momento en que tomaste entre tus manos mis mejillas y me decías repetidamente «te amo, ho si, te amo» y lo creí; ese momento una helada brisa estremece mi cuerpo y un sutil aroma a rosas se hace latente; cierro mis ojos y dejo que la brisa seque mis lágrimas cual caricia de un ángel. Comienzo a orar, mientras avanzo en mi oración, la brisa y el aroma se hacen más tenues, mi corazón comienza a calmarse y de mis labios comienza a nacer una sonrisa.

Mi corazón se encuentra ahora tranquilo, Dios una vez más está conmigo y es en su amor el que mi amor por tí una vez más vuelve a surgir. Un físico regordete como el que tengo es el envase que cuida los sentimientos, los valores, los principios, los sueños y las realidades que como pareja hemos de saber sobrellevar. Tu no eres perfecto y la perfección es tan ambigua como la realidad con la que me miras. Es en Dios en quién depositamos nuestro ser y es Él quién sabe por qué estamos unidos en pensamiento, sentimiento y cuerpo.

Comienzo a avanzar hacia la recámara, el aroma a rosas está impregnado en mi ser, la caricia del ángel ha secado mis lágrimas y el amor de Dios es lo que me hace darme cuenta de por qué te has quedado en mi: es con Dios que, pese a nuestras diferencias, hay un amor surgido en Él que nos guiará para formar una hermosa familia.

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