Volver a recorrer mis pasos

Volver a recorrer mis pasos

Ser viajera en mi tiempo, me permite desempolvar memorias, sacarlas a la luz, conectarme con ellas.

Al pasear por la Colonia Polanco en la ciudad de México, el día que las fachadas y vitrinas de las tiendas están decoradas de flores bellísimas, reviví, cuandonoté en las calles el nombre de todos los poetas del Siglo de Oro español, y recordé las clases magistrales en el colegio, a cargo del profesor Osvaldo Díaz Díaz, quien me enseñó a amarlas letras, sin imaginarme que esas poesías dejarían huella.

Me detuve con Francisco de Quevedo y empecé a recitar el famoso calambur que le cantó a la reina Isabel de Borbón, esposa del rey Felipe lV, ofreciéndole dos ramos de flores: » Entre clavel blanco y rosa roja, su majestad escoja» y ganó la apuesta a sus compañeros de una invitación a cenar y cuentan que la reina no se enfadó, sino lo tomó en gracia.Luego pasó Lope de Vega: «A mis soledades vengo, a mis soledades voy, porque para andar conmigo, me basta mis pensamientos.»

Pedro Calderón de la Barca con su famosísima reflexión: «¿Qué es la vida? Un frenesí, ¿qué es la vida? una ilusión, una ficción, y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños son.»

Yasí desenterré el siglo Oro y lo traje a mis días.Miguel de Cervantes «Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es ni utopía ni locura, es justicia.»»Desnudo nací y desnudo me hallo, ni pierdo ni gano.» «El que a punto de morir se halla, siempre habla lo cierto.»»La pluma es la lengua de la mente.»

Garcilaso de la Vega, sus Sonetos y Églogas :

´´Mis lágrimas han sido derramadas

donde la sequedad y la aspereza

dieron mal fruto dellas y mi suerte.´´

Seguí leyendo nombres, Leonardo Da Vinci, Piero de la Francesca, Velázquez, Miguel Angel, Donatello, Rafael, estos gigantes del Renacimiento no tienen comparación, son memorables. Este fue mi Carpe diem.

Al pasar de largo en la Colonia Campestre de Churubusco, volver a ver las dos casas donde viví y crecí me impactaron muchísimo. El parque que dejé en frente se convirtió en bosque, después de cuarenta años, los árboles altísimos despliegan su sombra, donde antes eran espacios donde mis hijas aprendieron a montar en bicicleta, ahora es un reloj que no solo marca segundos y minutos sino años, décadas.

Entre tantos recovecos en Coyoacán, calles empedradas, portones señoriales de grandes mansiones y buganvilias que se desgajan por encima de las bardas y árboles emblemáticos catalogados como piezas únicas, los mexicanos se las ingenian para naturalizar la ciudad, haciéndole glorieta a uno de esos árboles centenarios en mitad de la calle, digno de admirar al que lo diseñó y se lo permitieron. Las calles y los jardines de México son un recuento histórico de personajes que han dejado huella. La casa de Hernán Cortés, el convento donde vivió Sor Juana Inés de la Cruz, las casa de Miguel Angel de Quevedo, Alessio Robles, Josefa Ortiz de Domínguez, Frida Kalo,Diego Rivera, León Trosky, y los sucesos que ocurrieron allí, algunos muy familiares para mi.

Me dio gusto leer el nombre de Salvador Novo en una callecita cargada de años, por donde pasé hace tantos, para ir al taller de pintura y en uno de esos vericuetos aparece el MuseoNacional de la Acuarela, sorprendente derrochede maestría de los grandes de México, la casa de Alfredo Guati Rojo leyenda de su época que revivo con mi amiga Isabel Aburto, quien me llevó allí, los magníficos acuarelistas, cuadros preciosos que describen las épocas pasadas y como sucede en los museos todos o casi todos han partido. La escultura que sorprendea la entrada es la de un hombre trapeando el piso, una mujer aseadora barriendo y un balde de agua que se llena permanentemente como una fuente única e inagotable.

Y ¿qué me encuentro después de cincuenta años ? en el mismo lugar en la misma esquina, a la entrada del Mercado de San Angel, al miniaturista que no cambió de trabajo, ni modificó ni un milímetro su arte: en la punta de un palillo exhibe su maestría, un torero y su toro, un cacique azteca con penacho, unos novios, una chapaneca en el mercado y así representa su México querido, solo que el turista necesita verlo con lupa para poder apreciar la talla y precisión. Es mi candidato para el premio:» Y el tiempono ha pasado por aquí.» Es el mismo, lo mismo sin metamorfosis. Existen seres así que pasan a la historia.

El espectáculo del Ballet folklórico, lo máximo . Es una fiesta de puro sabor mexicano en el monumental Palacio de Bellas Artes, me detuve viendo a mis pequeñas Marty y Paty, cuando las arreglaba para las presentaciones en el colegio. Saltan a mi mente el Jarabe Tapatío y el zapateado fuerte de sus parejos ensombrerados y con las manitas atrás. Las trenzas de lana no las hice, porque no sabía que eran parte del disfraz; y el baile de los viejitos y del venado, fantásticos. ¿Cuántos años retrocedí, guardando un sabor deliciosamente dulce en mi lengua y un canto alegre en mis oídos. Vi un derroche de color, gracia, maestría, esplendor inolvidable, cantando como niños: «SiAdelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar si en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar…» y la fiesta no termina ahí, porque con serpentinasnos bañaron a todos y el grito de Viva México, no lo pudimos contener: «Viva México.»

Y de comidas ¡qué sorpresa! la barbacoa la desenterraron y trasladaron a un horno de máxima tecnología, de dos toneladas de peso y veinte años para desarrollarlo. En un supermercado gigante, lo colocaron, como si estuviera enla Nasa; traen la espaldilla del cordero de Australia y lo dejan doce o catorce horas a altas temperaturas y obtienen una suavidad y sabor de primera, libre de microbios y bacterias, ¡ qué delicia!

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