LUCIÉRNAGAS

…Ella estaba viendo literalmente cientos de estrellas volar al rededor de su cuerpo… ese instante parecía eterno en su mente, deseaba que ese viaje nunca terminará.

Cuando inicio todo, fue en un solo instante; el trafico del pequeño pasillo no los dejo avanzar y al quedar frente a frente, sus ojos se cruzaron casi con la misma rapidez que sus labios se rozaron; ese momento quedo como principio de la noche sin fin que les guardo el secreto de «los juegos peligrosos» que apenas empezaban. La canción de la película que ya terminaba sin haber sido vista, les acompañaba en esa danza de exploración inconclusa, El sabia bien que Ella no tenia experiencia, ni la mas mínima idea de lo que realmente podría resultar; situación, claro esta, que tenia la menor importancia para el caso. Esa noche por primera vez ella, cual cervantillo, sentía como su cuerpo menudito y frágil gritaba con ansiedad ante los arrebatos sutiles y en ocasiones salvajes de su cazador, que aunque aparentemente diestro, lo suficientemente inexperto para respetar su pudor y su honor.

Así vivieron varias aventuras sin consumar las travesuras según la fantasiosa inocencia de su inexperta vida, los días pasaron, los meses también, entre ellos los viajes y lugares los llevaron a iniciar sin darse cuenta el conteo de años. claro esta que entre ellos, ya las noches y los días dejaron su inocencia para dar paso a su pasión, nunca antes ella conoció algo así que la embriagara y le hiciera perder la razón y cordura, aunque no era una gran amiga de estas dos ultimas, siempre busco ser una bien portada y bien plantada.

Su Ser buscaba soñar y alcanzar sus sueños, entre despedidas y vistas se fue pasando el tiempo y este viaje se acababa y reiniciaba una y otra vez, Ella sentía que poco a poco se quedaba vacía pero no lo percibía.

Una mañana se levanto mas determinada que nunca a finalizar un camino que parecía no llevar a ningún lado, camino que simulaban compartir juntos sin saber a donde. Ambos disfrutaban esa tarde del paisaje recién llovido, ya no iban, ahora venían a casa del destino de esta mañana, ella no se había atrevido a terminar la relación en las horas anteriores, y cuando estaba a punto de hacerlo, el camino jugo su ultima carta… una hermosa tarde lluviosa, el sol en tremenda batalla con las nubes por ver la escena y un rico frío que pasa a través de la ropa de ambos sin abrir las ventanas de auto, nuevamente un chiste simple, y un cruce de miradas que los llevo a parar en ese claro bajo los arboles, bajaron de sus asientos, y sus ojos ahora no se cruzaban con tanta rapidez, tampoco sus labios corrían ni con miedo ni desesperación, solo se dejo llevar con ya no tanta ingenuidad y mucha mas destreza, tanto del uno como del otro, así pasaron los minutos y las horas en el campo abierto de aquella carretera, y después de la lluvia se empezaron a ver unos hermosos y pequeños destellos que tímidamente salían de los arboles, eran pocos y se volvieron miles, tal vez millones, como los minutos que les precederían en este viaje, eran luciérnagas. Ella estaba viendo literalmente cientos de estrellas volar al rededor de su cuerpo, ese momento parecía eterno en su mente y deseaba que ese viaje nunca terminara, pero sabia que así tenia que ser, esa historia había llegado a su final, pero se lo diría a El mas tarde, cuando salieran de ese infinito terrestre, pues el calor de sus cuerpos aun corría por sus manos tibias entre lazadas, lo que Ella no sabia, es que de ahí no salían dos a continuar un viaje aun desconocido, si no que ya se contaban como tres.

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