Reinventándome a los cincuenta

Reinventándome a los cincuenta

Anca Mirta

07/09/2019

Olga, no te acobardes. No entristezcas. Templanza, eso es lo que debes tener en este momento me decía a mi misma una y otra vez.

Dos hijos adolescentes. Un marido de mi misma edad que decide irse a «vivir su vida», tal cual un veinteañero. Tu padre enfermo y como si eso fuera poco un país en estallido económico.

¡Pobre Olga! esa voz en mi cabeza me taladraba continuamente haciéndome sentir solo eso, una desgraciada mujer. En otros momentos escuchaba algo muy fuerte que me decía: ¡Olga, no te acobardes! y por mí cuerpo corría un escalofrío de esos que no son consecuencia de gripe ni de bajas temperaturas climáticas, sino escalofríos de incertidumbre y esa voz interior sabía al tono de cuando era niña y mi abuela me tranquilizaba. ¿Esa voz fue la que me indicó el camino a seguir? ¿Esa voz me llevó a reinventarme a mis cincuenta años?..

Una mañana, después de muchos días de frio y lluvia salió el sol. Preparo el desayuno y llamo a mis hijos para que vayan a su último día de clases. -¿Mamá que vamos a hacer? – preguntó el menor de ellos

– Ahora ir a la escuela y despedirse de sus profesores y compañeros –

-¿Y después? Interrogó el más grande

Sin saber la respuesta miré el rayo de sol que entraba por la ventana y les dije: -¡Después….después… Sorpresa!-

Salimos los tres, ellos hacia la escuela. Yo, camino hacia la casa de mis padres.

Antes iba cuando salía del trabajo. Desde hace un año la empresa cerró debido a la crisis económica y si bien sigo buscando empleo también es cierto que me siento tranquila de compartir más tiempo con mi padre.

-Buen día mamá –

-Hola hija ¿cómo están los chicos en el último día de clases?-

-Confundidos…no saben que van a hacer estos tres meses… Calculo que con su padre no pueden contar. Desde que se fue sus prioridades son otras. Y yo, la verdad, estoy perdida, no los puedo anotar en un club de verano, ya son grandes. Ellos también están haciendo el duelo de la separación-

Veo la carita de preocupación de mi madre y sin más digo: -Bueno… Son adolescentes, juntos vamos a encontrar actividades que deseen realizar, no te hagas problema. Ya es demasiado con la salud de papá-

-Hablando de tu padre, está tomando solcito en el balcón. Me pidió que apenas llegues subas a verlo-

Me dirijo hacia la escalera. Cada peldaño hace que vaya cambiando mi cara de preocupación por la mejor cara de felicidad.

Ahí está él, mi padre, el hombre que siempre cuidó de nosotras. La persona que se puso la mochila de los problemas sobre sus espaldas para que no tengamos que afrontarlos. Interiormente me pregunto una y mil veces: -¿Papi porqué no me enseñaste como se hace?

Saco mi mejor sonrisa y pregunto:-¿Pa… Cómo estás?¡Qué suerte que salió el sol!-

-¡Hola hijita de mi corazón!-

Como cada día mi padre me abraza muy fuerte. Pero esa mañana noté que estaba distinto. Pensé que sería debido a que era un hermoso día y eso lo animaba.

-sabés hija hoy hablé con mi doctor. Me comentó que los estudios de la semana pasada salieron muchísimo mejor que los anteriores. –

-¡Ay papá que alegría!-

-¡Tengo dos enfermeras de lujo que me cuidan todo el día, fue lo que le comenté a mí medico! Por lo que decidí darle vacaciones a una de ellas – Inmediatamente le consulto :-¿Mamá se va a casa de la tía?-

En ese momento veo que mi madre está parada al lado mío con un sobre en la mano.-Nooo – dijeron al unísono. Y continuó mi padre: -Hace unos años te prometimos un viaje. Viaje que no pudimos hacer en tu adolescencia. Ese viaje al Parque más grande del mundo ¿te acordas?-

En ese momento mi madre extiende su mano y me entrega el sobre. Papá continúa diciendo: -ése viaje tan deseado…Llegó el momento de que lo hagas con tus hijos. Sin excusas, sin peros. Porque mi querida Olga, con tu madre, sabemos que tenes la capacidad inconmensurable de reinventar tu vida. La distancia pasajera te va a permitir buscar las herramientas para logralo.-

-Y además – dice mi madre -Si ustedes son felices nosotros lo somos doblemente –

Así que una semana después estamos por subir al avión que nos llevará a una nueva vida, aunque sea solamente por unos días. Haremos el viaje que siempre soñamos y nunca pudimos concretar. Viviremos momentos como si realmente los problemas hubieran pasado, aunque en el fondo sabemos que no es así.

De golpe me moviliza un grito: -¡Olga…Chicos! –

¡Papá! Gritan mis hijos.

-¿Carlos que haces acá?-

-Los amo, extraño y me voy con ustedes. Les juro que haré todo lo que esté de mi parte hasta que me perdonen los tres-

-¿Pero mis padres, sabían esto? – pregunto confundida

-¡Por supuesto! , he llorado diariamente con ellos por lo mal que estuve con ustedes. Hasta que un día tu padre dijo :-Dale la alegría de vivir lo que más desea, el viaje de los cuatro-

-¡Y aquí estoy, porque Olga, te amo con todo mi corazón!-

Y así comenzó ese viaje. El viaje del cambio que necesitaba para acomodar mis sentimientos y darme cuenta de cuáles son las personas que ocupan el lugar más importante en mi vida aunque me vuelva a reinventar.

De esto hace más de diez. Conseguí un trabajo mucho mejor del que tenia. Carlos y yo seguimos juntos. Nuestros hijos viven solos. Mi madre fue a vivir con su hermana. Y diariamente recuerdo a mi padre diciéndome: –Cada uno de nosotros terminará donde necesita estar, con quien deba estar y eso hará de nuestra vida una vida feliz.-

Miro hacia ese hermoso sol que me encandila, proyecto en el cielo su rostro sonriente: -¡ Buen viaje, ahora es tu turno papá!

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