tren del cielo

tren del cielo

xxx

24/07/2019

No muchos pueden decir que conocen su interior, pocos somos aquellos que tienen el valor de descubrir lo que tienen, desde la luz hasta lo más oscuro de nuestro ser. Esto comenzó hace unos años atrás, estaba esperando el tren para tomarme unos días de descanso respirando las maravillas del norte argentino. Pedí tener un camarote compartido, pues no tenia mucho dinero para tener tanta privacidad, pensé que iba a estar todo viejo y roto pero, cuando entré, al contrario todo estaba brillando como si lo hubieran lustrado pocas horas antes,y en una de las camas se encontraba un hombre con una notable ascendencia árabe, el cual sería mi compañero de viaje por unas diez horas. Era un joven de unos 22 años, no puedo negar que era muy apuesto, hacia mucho no me enamoraba perdidamente como lo estaba comenzando a hacer con este joven…

Al saludarlo comenzamos a hablar de una manera muy extraña, como si nos conociéramos de antes, como si nuestras almas se hubieran separado y debían contarse todo,como si se extrañaran… estaba sintiendo una atracción mayor a el, como si quisiera sentir su cuerpo pegado al mio, pero era consciente del respeto a mi religión y creencias, así que cada uno se acostó en su respectiva cama y dormimos el resto del viaje, al cual le quedaban unas 3 horas para llegar a su destino. Por dentro pensaba, no puede ser que en 3 horas me despida del primer hombre que logra cautivarme.

Al llegar a Tucuman ambos nos despedimos, deseándonos encontrarnos nuevamente, me beso lento y suave en el borde del labio mientras me sujetaba la nuca muy ligeramente.

Fui caminando al complejo de cabañas que estaba a unas 5 cuadras de la estación, al llegar lo veo a él… me brillaban los ojos… me acerco y le pregunto – te molesta si compartimos la habitación?- y el no se negó, al alojarnos juntos deberíamos compartir cama lo cual nunca pensé. Era cerca de la 22 p.m. así que me invito a cenar, y con esa cena comenzó todo…

Tuvimos la mejor velada del mundo, con velas en el patio de un comedor, violines de fondo y una caminata por los cerros iluminados a faroles, parecíamos niños al caminar, jugábamos entre nosotros, nos dábamos la mano, el me levantaba por los aires y nos reíamos mucho; y la luna con su ejército de estrellas eran nuestras guardianas. Al entrar a la cabaña sabia que debía mantenerme fuerte al deseo, por mi religión, nos estábamos desvistiendo, de espaldas, silenciosamente como si tratáramos de ver telepaticamente, hasta que no lo soporte y le rasguñe suavemente la espalda, él se volteó y nos besamos como si el mundo se acabara si separábamos nuestros labios, como si hubiéramos estado toda una vida sin sentirnos. Tuvimos la noche más apasionada del mundo, no podíamos separarnos, no podíamos apagar el deseo que emanaba de uno por el otro. Al despertarnos nos miramos y me dijo -¿juntos?- a lo que respondí -para siempre-

No me importo la religión, o a lo que había ido a ser porque fui buscando paz interior y encontré lo que menos paz le da al ser, la pasión del amor. Descubrí que estoy llena de pasión, de aventuras,las cual debo vivir, y nadie me detendrá.

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