VIAJE POR UN AMOR PLATÓNICO

VIAJE POR UN AMOR PLATÓNICO

Camilo Flórez

24/07/2019

Viaje por un Amor Platónico

Las primeras gotas comenzaron a caer mientras que las otras millones le seguían, el cielo se encontraba levemente nublado y se veía un tanto oscuro para ser apenas un poco más del medio día, aún así el clima era deseable para aterrizar un avión. El proceso fue un éxito y se celebro con aplausos, todos estaban listos para ingresar a los enormes pasillos del Aeropuerto Internacional de Incheon de Corea del Sur, sobre todo Maicol que emprendía una odisea en un país que le era por completo desconocido.

Tras múltiples dificultades Maicol logró llegar al hotel donde se hospedaría por una semana. Los cuatro primeros días de su viaje estuvo de turista y el quinto era el día de sus sueños, iría a la presentación de la famosa chica que tanto anhelaba ver en persona.

El estadio se encontraba repleto con seguidores alzando sus pancartas apoyando a sus gimnastas preferidas. Una tras otra exhibía su talento ante el público y jurado hasta que finalmente llegó el llamado para que ingresara al escenario la última concursante, la cual Maicol esperaba ver con ansias.

«Llegó el momento de su presentación, estoy tan emocionado y mi corazón no para de acelerarse… por fin la veré en persona» pensó.

El locutor dio la apertura.

—Reciban con un fuerte aplauso a… —tomó aire—, ¡Blanca Nieves!

El público se estremeció y el estadio retumbo al unísono de emoción con la entrada magistral de la hermosa joven de veinte años de edad. Cada paso que daba en punta de pies mientras se dirigía al escenario expresaba la delicadeza y firmeza con la cual había entrenado para su presentación.

Su vestido era increíblemente exquisito a la vista, el fondo era negro azul y terminaba en forma de minifalda y debajo de ella una lycra corta negro mate. Las mangas le llegaban hasta sus muñecas decoradas con un desvanecido rojo rubí en forma de remolino que rodeaba sus brazos desde sus hombros hasta sus muñecas. En la zona del pecho el color era tan natural como su piel pálida que no se distinguía si era parte del vestido si no fuera por las piedrecillas de cristal color humo que bordeaban la diferencia.

Su cabello negro como el carbón estaba tan bien recogido por una moña oscura que no hacía falta el uso de un listón u otro accesorio para adornarlo. Su frente expuesta daba gusto verla y bajo ella se encontraban sus ojos decorados con largas pestañas que hacían juego con su vestido y el iris marrón oscuro en sus pupilas. Sus mejillas y pómulos estaban dibujados por polvos estelares que hacían resaltar aún más la acogedora sonrisa demarcada por su fino y sutil brillo labial. Su presentación personal daba mucho que decir de su maravillosa expresión carismática y profesional que la caracterizaba siempre en el escenario.

«Durante su entrada pensé todo el tiempo que se trataba de un ángel que había bajado del cielo a exponer en su máximo esplendor su hermosura»

El pitido que daba aviso al inicio de su esquema, calló a todo el estadio al instante. Ella mantuvo su pose hasta que la suave balada comenzó a sonar y Blanca Nieves prosiguió a danzar acompañada de su pelota de gimnasia rítmica color turquesa.

Su coreografía era fluida y no se cortaba siquiera por las acrobacias que realizaba con su pelota, uno… y dos movimientos con la música y la pelota al aire, el segundo fue de gran dificultad seguido de un deslizante y suave movimiento que la llevó a recostarse en el suelo junto al decrescendo de un re menor. Hizo rodar la pelota hacia ella… luego rebotar tres veces cada vez a una altura menor; la cuarta salió demasiado alta, pero tenía todo bajo control y la atrapo ajustándola con su talón y glúteo junto a una nota dulce y aguda. Las luces que la seguían chocaron con el brillo de sus zapatillas, giró a la derecha, extendió sus manos con una radiante sonrisa al público, giró a la izquierda y la pelota se perdió de vista.

«Qué asombroso, ¿dónde está?»

La acrobacia la llevó bajo su espalda, dio un bote invertido para colocarse en pie y la pelota enseguida se adhirió a su cuerpo patinando por sus brazos y espalda. Posó con un elemento de equilibrio a un solo pie, dio unos pasos al son de la canción y seguido a ello giró sobre su eje unas tres veces sin perder su sonrisa. Después ejecutó un salto mientras la pelota formaba un arcoíris sobre ella y el piano jugueteaba por la escala de fa mayor, la tomó de nuevo con gran habilidad y se preparo para el movimiento final mientras rebotaba la pelota, una, dos, tres y cuatro veces a la par de cuatro agradables notas que marco la elegante canción. Tomó impulso y la maniobra final terminaría con su presentación de manera exitosa, la pelota salió tan alta como pudo, Blanca Nieves se resbalo y su pelota golpeo su cabeza y luego revotando salió del cuadrilátero, ella rápidamente se levantó y la trajo al centro e hizo su despedida con una gran sonrisa fingida. El estadio exploto de alegría y aplausos, tras eso se escuchó el murmurar de la gente.

—Era una presentación perfecta.

—Lástima el final.

—Qué pena, pobre chica.

—¿Viste cómo la pelota golpeo su cabeza?.

—Todo un año de entrenamiento para acabar así…

«Qué maravillosa presentación» pensó Maicol aunque el final le había dejado un sabor amargo.

Horas después cayó la noche junto al frío, a Maicol le había entrado un leve resfriado.

—Yeh Yeh, Shuhua… ufff. —estornudó.

Sonaron varios gritos, parecía que estaban discutiendo y Maicol se percato de ello. Un auto salió rápido del lugar y se encontraba ella llorando con su pelota turquesa mirando el “horizonte” del suelo encharcado. Luego se giró y camino hacia la esquina, la arrojo a la basura, cruzo la calle y siguió su camino mientras Maicol la observaba, ella se fue y él tomo la pelota.

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