El viaje sin inicio ni fin

El viaje sin inicio ni fin

Estaba ansioso, al fin iría a esa Isla que con la que tanto había soñado, no podía esperar más.

Era una isla paradisíaca en medio del mar caribe, famosa por sus playas azul turquesa, arena blanca, los mejores lugares para realizar buceo debido a sus arrecifes coralinos, y sobre todo por ser conocida por la isla de los excesos, ya que muchos jóvenes de diversas nacionalidades aprovechaban ese paraje que solía dar la impresión de estar exenta de la ley, la gente presumía que podían hacer muchas cosas sin tener consecuencias, era muy sabido que no era penalizado ni la prostitución ni el consumo de ciertas drogas denominadas light como ser la marihuana, LSD, hongos alucinógenos. Al fin era libre, había tenido un año muy cansado, era el último de mi carrera universitaria y había sido el más cansado de todos, sentía que me lo merecía, ¡me extrañaba tanto! Aunque disfruto mi tiempo a solas, en este viaje quería compartirlo con mi mejor amigo Ariel, me costó convencerlo, ya que Ariel no gustaba de ese tipo de parajes del pecado, bueno, tampoco es que yo lo disfruto mucho, de hecho no uso ninguna droga, solamente el alcohol muy de vez en cuando, y tampoco he estado acostumbrado a andar en fiestas, pero esta ocasión la meritaba, y realmente estaba agradecido con Ariel, que me acompañaría, y como prueba de mi agradecimiento intentaría lo mejor que pudiera en hacerlo disfrutar del viaje.

El gran día había llegado. Estaba en el muelle esperando a mi amigo ya con los boletos en mano, estaba nervioso ya que faltaban 15 minutos para la salida del ferry, y no veía a mi amigo, ¡por fin! Ahí estaba, y ¡como si fuera poco! no tenía la más mínima prisa, su cara indiferente, como si no hubiera viaje, como si el mundo entero no tuviera sentido.

Apúrate, no encontraremos asiento- le dije impaciente

Tranquilo, “amigo sin nombre”, acaso sabes ¿a donde vamos?- me dijo con la mayor parsimonia posible

Al escuchar esto, pensé que Ariel se había vuelto loco de remate, ¿por qué finge que no sabe a dónde vamos?, ¿“amigo sin nombre”?, seguramente era su nuevo apodo hacia mi

-Deja de bromear en este momento, debemos irnos ya- conteste urgido

-Solo dime, ¿cómo se llama la Isla a la que iremos?

Me enfurecí de verdad, ¡la displicencia de su actitud! Es obvio que vamos a la Isla paradisíaca con aguas azul turquesa…. Esperen, ¿cómo se llama esa Isla? ¿No se los he mencionado? Creo, acabo de olvidar su nombre

-Pues de lo nervioso que me tienes, ya hasta olvide su nombre, ¡apúrate!, tenemos que irnos- conteste

– No la olvidaste querido “amigo”, y ¿por qué tanto apuro?, no iremos a ninguna parte, de hecho mi displicencia, indiferencia, parsimonia o como le llames, es prueba de ello, ya que el escritor así lo quiso, porque tengo que ser yo quien te haga saber de nuestra inexistencia, de hecho es el sentido de esta historia.

– Estas loco, no sé de qué hablas, pero me acabas de asustar, ¿cómo sabes que te considere displicente, parsimonioso e indiferente?

-Es prueba de lo ilógica que es esta historia, para hacerte saber que no eres tu quien está al mando, ni yo, nosotros no elegimos, quien elige es el escritor. Nosotros no existimos realmente, solo de forma literaria, cuando alguien lea esta historia volveremos a nacer, en sus mentes, con la voz que el lector decida darnos, como voces sin rostro, a menos que el lector decida darnos uno y moriremos cuando este termine de leer, en un bucle cuya finitud estará determinada por la cantidad de veces que esta historia se lea, querido “amigo sin nombre”, haber dime, ¿Cómo te llamas?

-No lo sé, no recuerdo en este momento, me tienes confundido

-No estas confundido, no lo sabrás ni ahora ni nunca, no lo sabes porque nuestro escritor no se dignó en darte un nombre, de hecho, no se dignó en hacernos saber el nombre de la Isla a donde se supone que vamos, ni cuál es la carrera que acabas de culminar, ni dónde vives, ni quienes son tus padres, tu familia, ¿cómo llegaste al muelle? Tampoco lo sabrás, no tenemos albedrío, ni memoria, ni pasado, ni futuro. ¿Entiendes?

-No lo había pensado

– Es por que no puedes hacerlo, estamos siguiendo un guion

-Pero no entiendo, yo estaba relatando el viaje en tiempo pasado, y esta conversación está sucediendo ahora mismo

-En realidad acá no existe tiempo, y si, tu historia, bueno la del escritor, comienza en tiempo pasado, como si el viaje se hubiese realizado y estuvieses recordando lo que paso, pero mira, acá estamos, a menos que el escritor decida realizar el viaje

-Esto es difícil de procesar

-Hasta cierto punto existimos desde que los primero diálogos fueron escritos y dejaremos de existir después del punto final

-No quiero desaparecer, yo creí que existía, que era real

-No puedes querer nada, el escritor decide por ti, me agrado conversar contigo, bueno en realidad yo también me confundo, porque es un monologo y no un dialogo, tampoco quiero desaparecer, pero no tenemos elección.

-te voy a extrañar

-Nos volveremos a ver

-¿Cuándo?

– Cada vez que alguien lea esto, hasta entonces mi buen amigo de la eternidad literaria.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS