Han pasado exactamente diez días y María una reconocida escritora, no consigue inspirarse en su próximo libro. Puede sentir como su don se ha ido apagando con los años, y es que a sus cincuenta y nueve de edad, sus recuerdos empiezan a verse empolvados por la arenilla del tiempo que ya comienza a oxidar sus neuronas.
– ¡Bonita genética la que me gasto! Exclama María mientras palmotea fuertemente la mesa dejando caer los pocos escritos que ha conseguido escribir sin ningún intento de éxito… sintiéndose frustrada por cargar en su ADN el Alzheimer heredado de sus padres, quienes partieron hace mucho sin poder recordarla.
La editorial donde trabaja le ha dado un ultimátum para que presente un libro, ya que están considerando seriamente en darla de baja por que lleva más de dos años en los que no ha podido presentar algo que sea de utilidad para ellos; la han tildado de “vieja y obsoleta” y eso la ofusca y entristece mucho, porque María puede sentir el mismo manantial de vida recorriendo su interior, solo que con un cuerpo más cansado.
Se prepara una taza de café y se dispone a sentarse en la terraza de su Pent-house con la intención de meditar sobre todo lo que le está aconteciendo y cree en lo más profundo de sí, que quizás de esta manera pueda de nuevo contemplar la inspiración que se le ha escapado; no puede creer que después de tantos éxitos y Betseller obtenidos para la editorial, ellos simplemente pretendan desecharla, así como si nada.
– ¡Que falta de respeto! Exclama a todo pulmón mientras unas lágrimas se escapan de sus ojos al momento que el “cassette” de su existencia se rebobina hacia el pasado; cayendo en una especie de posesión hipnótica sobre el tapiz de su cuerpo.
– ¿Que he hecho con mi vida?, se preguntaba una y otra vez mientras estaba en esa especie de trance; y no era para más, María no tuvo tiempo para hacer familia, pues su vida de escritora la había aislado a tal punto que de los trescientos sesenta y cinco días del año, en solo treinta días pudo tener contacto social, puesto que su Pent-house se había convertido en su refugio y guarida de inspiración.
Recordaba que desde niña fue muy solitaria, y a veces las palabras se quedaban cortas para aquello que sentía por dentro; su padre que era escritor, le enseño un mundo donde no había límites y le enseño a escribir aquello que no podía explicar.
Su talento siempre fue reconocido y elogiado llevándola rápidamente a la fama y aunque en público siempre se veía muy feliz y elocuente, tras las puertas de su pent-house, su sonrisa se desdibujaba y le invadía un inmenso sentimiento de tristeza porque realmente nada de eso la llenaba.
Su inspiración había tenido un pequeño corto circuito y quería encontrar el daño para repararlo, puesto que, para poder seguir en pie, aun necesitaba de su trabajo, para aliviar aquellas comodidades que livianamente la hacían feliz. No era hija de gente rica y tenía claro que todo lo que había conseguido en su vida era fruto de sus esfuerzos y dedicación.
Muchos recuerdos empezaron a divagar por su mente tratando de encontrar la raíz del problema y buscar la manera de erradicarlo definitivamente; se sintió abrumada por todas esas anécdotas vividas y pudo notar que en cuestión de minutos su existencia había viajado hacia tantos momentos en diferentes tiempos, retornando a presenciar aquellos sentimientos que acontecieron en cada recuerdo. Su corazón parecía una brújula girando bruscamente queriendo encontrar un norte o una dirección que la guiara hacia un camino seguro; de repente se adentró en un recuerdo de su niñez, en él se vio sentada escribiendo en una mesita plástica con un puff naranja y varios cuadernos viejos que su padre le había regalado para que emprendiera su viaje hacia grandes destinos , ya que desde muy pequeña, María tenía impregnada en sus venas la travesía de poner en marcha el barco de su imaginación a través de la escritura, sus palabras eran esa conexión entre ese mundo mágico y esta realidad materialista, quien las plasmaba muy bien en esos cuadernos viejos, donde años más tardes, serían sus primeras experiencias como escritora.
-¡Bingo! Grito eufórica María, ¡he encontrado de nuevo mi rumbo!, mientras intentaba brincar de la emoción, pero se vio sobresaltada por un pequeño espasmo en su rodilla.
– Je je je, estoy crujiente como una abuelita, expresó en voz alta mientras sonreía plácidamente.
De inmediato se dirigió a su escritorio y buscó afanosamente su Bolígrafo Parker Sonnet que había comprado para una ocasión especial y este momento lo era, así que sin más empezó su travesía por ese mar de ideas y palabras que sus recuerdos le habían inspirado, ya que esta vez, con toda aquella sabiduría adquirida por todos esos años de su existencia, había por fin tomado un sorbo de aquella fuente de inspiración infinita: el auto conocimiento.
En menos de lo que esperaba, de sus manos habían fluido ríos de inspiración, donde muchas de sus ideas realizaron la gran travesía de abrirse camino y fluir hasta la yema de sus dedos, plasmándose mágicamente a través de aquella tinta de gel que su hermoso bolígrafo Parker solía escribir en palabras. Estas en conjunto habían creado la gran obra maestra de María, quien había hecho una recapitulación de toda su sabiduría e inspiración y la había transformado en algo más que en un libro…. Era su gran legado de vida, su huella en este mundo, titulándole: LA TRAVESÍA DE UNA MENTE CREADORA, con una cita en el costado inferior impresa en letras doradas que decía: “arriésgate a navegar en el mar de tu mente y hallaras peces de oro”.
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