MARGARITA: Corazón de la Nueva Esparta

MARGARITA: Corazón de la Nueva Esparta

Con una extensión territorial no menor a la de algunos de los países caribeños separados del continente, La Isla Margarita pasa a ser el corazón del Estado Nueva Esparta (Estado qué, a su vez, comprende al resto de las islas que rodean a Margarita, ente ellas Coche). Testigo de las mil y una batallas, incluida la economía actual, esta isla de impronta turística lejos está de desconocer las problemáticas generales que afectan a Venezuela toda.

Recuerdo en alguna ocasión haber leído a Fidel Castro haciéndose eco que la peor década de la Revolución Cubana había sido la del noventa y que bastaba con salir a la calle para ver a la gente revisando en las bolsas de basura y a los perros haciendo gala de sus faldas exageradamente huesudas. Lo cierto es que, tras dos décadas de vanguardia socialista, con el chavismo a la cabeza del proceso, Venezuela afronta al día de hoy de las dificultades más serias que le tocara al modelo vivir. Lo dicho, retomando las palabras del líder cubano, pasa a ser lamentablemente una de las caras visibles, por no decir moneda corriente, en tan hermoso paraíso.

Así como las crisis pueden reconocerse en los diversos aspectos de la vida cotidiana, la caída en el turismo representa alguno de los factores trascendentales que ha dejado a la isla despojada de su propia esencia. Enormes galerías y bulevares llenos de locales vacíos, calles que a la última gota de luz solar revelan el cierre tempranero y a los tumbos de prácticamente todos, sino todos los comercios que supieron ser testigos de lo que fuera la perla del caribe. Bien sabemos lo que implica a nivel de lo comercial plantar bandera contra el Imperio y lo que a ello sigue, cadenas de noticieros sembrando el pánico, alarmando sobre una posible dictadura con el tristemente célebre término: “terrorismo”, propio de quienes no se alineen, al mejor estilo hipnosis, a los mandatos de aquella “voz suprema”. En el caso venezolano, la crisis ya puede visualizarse en los aeropuertos. A los factores externos sembrados por el miedo se le suma el hecho de que muchas empresas, con sus respectivas aerolíneas, se nieguen a trabajar con paquetes a Venezuela ya que la diferencia entre el dólar legal y el del mercado negro es tan grande que de todas formas se verían perdiendo en el cambio. Margarita, es en estos casos una de las principales afectadas.

Bienaventurados como de costumbre, saliéndonos de la chusma tendenciosa que nos enseña a poner siempre por encima de todo al avión caído, nos decidimos a conocer la isla desde adentro, en los relatos y la guía de sus propios habitantes. Por empezar, para llegar allí tuvimos que acceder vía ferry desde Puerto La Cruz, en un placentero viaje de cuatro horas. El tarifario para el mismo fue de ochocientos bolívares (traducido al 2015; casi un dólar), con un recorrido que incluye una serie de montañas solitarias, en medio del mar y con algo de suerte el avistaje de delfines. Contrario a todos nuestros supuestos, los precios aquí resultaron ser de los más baratos del país. De hecho, al tratarse de un puerto libre (de impuestos) los productos tienen que ser vendidos a costos más accesibles (por ejemplo: un whisky etiqueta negra que en argentina se consigue a no menos de 1200 pesos, al cambio, aquí lo obtenemos en 300 pesos aproximadamente).

Si bien allí las ofertas turísticas, con guías informales callejeros (todos con su mapa margariteño en la mano), se ponen a la orden del día, uno puede darse el lujo de realizarlas por cuenta propia. Previamente conociendo las alternativas posibles y con la garantía de acercarse a lugares paradisíacos, se puede gastar incluso hasta diez veces menos de lo que un destino tal pudiera demandar económicamente en cualquier otra parte del mundo. La comida tampoco se sale de esta lógica, caminando un poco sin necesidad de alejarse mucho, las playas incluyen los ranchitos en los que uno puede servirse su almuerzo el cual consta de una sopa de entrada y de plato principal dos pescados fritos, con ensalada mixta y la correspondiente ración de patacón (tajada de plátano frito). Todo esto, a menos de un dólar al cambio (bolívares). Los precios algunas veces pueden sonar un poco discontinuos teniendo en cuenta que el ferry vale lo mismo que este gran almuerzo. Sin embargo, al tratarse de una potencia petrolera los costos de viaje pueden ser (y de hecho lo son) ridículamente accesible muchas veces (por ejemplo: el agua resulta ser más cara que el gas oil).

En conclusión, más allá de todo lo lindo que se pueda ver y de todas las sorpresas que aparecen al viajar, en determinadas circunstancias uno no puede abstraerse de aquello que a nivel de lo social va sucediendo en las localidades visitadas. Cabe así destacar, que a pesar de estar pasando este país una de las etapas más crudas, de Chávez a la fecha, pesa sobre nuestros oídos el famoso: “pa`lante mi Venezuela”. Con un escenario copando las calles con comerciantes informales: los anteriormente nombrados guías, los perros calenteros (locales también en la calle de panchos y hamburguesas), los kiosquitos de golosinas, cigarrillos y demás chucherías, las pizzerías artesanales (cocineros que trabajan abriendo una ventana desde sus propias casas), en fin, poniendo siempre al mal tiempo buena cara.

Entendiendo que Nueva Esparta es el nombre del Estado al cual corresponde la Isla Margarita, rodeada por castillos con sus respectivos cañones, testigo de una historia plagada de batallas… creemos, en tanto, qué: no será la primera vez que estos pagos salgan adelante sobre la base de sus propios esfuerzos.

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