Me embarqué sin prisa, con la idea clara que pronto, desembarcaria de esa aventura sin muchos porqueces, era la primera vez que jugaba con la libertad de disfrutar mi soltería.

Entré a medias, sin ruido y con mucha discreción, era la mejor jugada a mi edad, así no tendría que ventilar el viaje, y mucho menos hablar del compañero de esta escapada a lo desconocido.

Pedí que aceitara las bisagras de la puerta y así, entrara desaspercibido mi invitado nocturno, la luz de la luna se colaba silenciosa como testigo mudo, y con el pretesto de alumbrar la habitación, se quedaba espiando.

En lo alto, el ventilador giraba sin mucho entusiasmo, como pidiendo permiso para avanzar lento y sin ánimo, sus brazos pocos agraciados, se extendían tratando de abrazar el momento.

E inmaginando ¿qué hacíamos? debajo de aquél desorden de sábanas. Encendía una vela y su fiel luz daba paso en su consumo, en desprender un aroma agradable que invadía el ambiente.

Y como ella, el tiempo se nos iba quemando, mientras tanto allá arriba, aquellos brazos enclenques mordía los gemidos de unos cuerpos excitados entregándose mutuamente, bebiendose nuestro tiempo a escondidas.

Aveces de tanto regar una planta la terminas ahogando y/o crees, que cuando el sexo es de calidad, es suficiente ¡ni lo uno ni lo otro!

Ambos nos equivocamos, ambos perdimos el horizonte por confiar (yo), que él dejaría sus demonios y (él ) que yo, los aceptaría. Se nos escapó el tiempo, jugando a ser vencedores de nuestros propios miedos y nuestros propios fantasmas.

Aquellas almohadas que muchas veces mordimos, ahogando nuestros placeres hoy día, ellas mismas absorben mis lágrimas, tuve la oportunidad de mentir para seguir, viéndole regresar después de tanta ausencia, con un ramo de flores escondidas detrás de su espalda, con una gran sonrisa dibujada a la perfección en su rostro ¡esa que me enamoraba!.

Pude seguir fingiendo, que no me dolía el alma cuando no sabía nada de él, seguir abriéndole la puerta cada vez que tocaba y sentenciar que lo más importarte era él, sólo él.

Pude seguir haciendo maravillas, aún cuando me quitó lo que jamás me dio, sólo por seguir viajando juntos, entre esas seis paredes llamada; alcoba, sin mostrarle que limaba mi confianza lentamente, lastimandome hasta entender que perdía más valor como mujer, de lo que recibía cómo tal.

Me di cuenta a duras penas que ya, no era placentero verlo llegar, porque al irse me dolería de nuevo, porque no sabía cuando regresaría y entonces volverían a retoñar de nuevo mis miedos, y eso restaba el placer de verlo llegar.

Que las horas se volvían días, luego semanas y cuando sentí, que mis ojos me ardían al no poder derramar una sola lágrima, me di cuenta que mi alma se silencío, estaba en el proceso de aceptar que se había ido desde que subió a bordo.

Ese yo, que se enamoró de mi pareja de viaje !sí!, el que bordaba mi cuerpo a besos y lo elevaba al cielo sin salir de sus brazos, ya no era mi necesidad de estar acompañada, ahora fue y era mi elección, en seguir más lejos, ese viaje juntos.

Ese hombre que en silencio escuchaba mis verdades, me daba la razón haciéndome el amor, tratando de enmendar sus faltas ¡siempre lograndolo! pero como un rosario se repetía sus descuidos para conmigo, hasta que se rompió la ristra, me cansé de recoger y armar de nuevo.

Cerré la ventana, bajé las cortinas para que la luna no notara sus ausencias en mi cama y aquellos brazos extendidos en lo alto, quedaron señalando los puntos cardinales como mostrando su nueva ruta, allí siguen inmóviles.

En aquél mismo momento que partió, cuando mi vista se fue atrás de él y se detuvo, hizo un giro hacía mi y envió un beso de aire, ése que se esfumó en el camino sin llegar a tocarme, cerré la puerta detrás de él, siempre con la duda de no saber, si alguna vez más se la abriría.

He tratado de buscarlo y no lo encuentro en mis recuerdos, la cicatriz que selló nuestro viaje, seguro lo dejó enterrado en lo más profundo de mis recuerdos, y así, siga viviendo en mí, el tiempo, los fantasmas y nuestros miedos nos separaron en una esquina de la vida.

Me vestiré con cada una de las estaciones del año y estaré en el mundo esperándolo, ¡ah! Recuerdo que siempre decía; (que estaría), yo también estoy amor mío, él allá y yo aquí, alguno de los dos está en el sitio equivocado, espero recuerde que la tierra es redonda, ¿se adelantó? ¿se bajó primero? ó ¿tal vez, fui yo?…que me quedé viéndole seguir sin mi.

Prometo, que se me hizo corto el viaje, pero supe desde el principio que me bajaría en cualquier momento, tarde o temprano ó ¿fue él, quién me ayudo a bajar? Sólo puedo decir que aún sigue siendo mi amor, que no permitiré que nadie borre sus besos de mi cuerpo, porque me gusta el bordado que realizó sobre el.

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