La vida de un triunfador es tan fructífera como mencionan, digo, aquí estoy a mis diecinueve años, usando una bata a las 4 de la tarde, pensando en que mi padre ya casi cumple cuatro años de muerto, pensando en que la persona (la única) que ame me chantajeo tiempo atrás, pensar en todo esto es fácil, tampoco es algo que domine por experiencia, tal vez perder la vida en aquel accidente de moto sería la respuesta. Mi cráneo roto por el latigazo del impacto, mi hombro dislocado, o mi costilla vomitada, todo eso dejándome en trance, recibiendo golpe tras golpe, simplemente no puedo amar, no siento nada aún.
Esta vida de pretensiones pasa rápido, entiendo que no todo es estético y profundo, basta con solo ignorar, digo, hay tantas intensiones en el aire, tantas cosas que realmente necesitan ser vistas, pero volver a pensar en ello hace que me desconecte de un mundo, el cual imagine un poco sobrio la última vez, todo esto teniendo que aceptar que mi experiencia no es basta para doblegar a alguien, no siento dolor o enojo, pero es necesario tener la fuerza para no hacer nada y no ser alguien, como una sombra en el agua que emerge de mi reflejo, podría ser tan importante así, sin que fuera yo.
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