Hasta donde me alcanza la memoria siempre he sabido que mi destino, que mi objetivo en la vida, era viajar, explorar nuevos lugares, llegar a sitios donde nunca nadie ha estado. Así que cuando llegó el día de partir no me costó abandonar mi zona de confort y lanzarme a la aventura.
Después de una vida preparándome no me preocupé mucho del equipaje, cuando me di cuenta ya estaba hecho, como por arte de magia, todo, hasta la música o las lecturas, estaba debidamente guardado y listo para iniciar mi particular hégira.
He nacido para ser un explorador, ya sé que pensarás que eso es lo que piensan todos los que emprenden un viaje, pero en mi caso es cierto, realmente desde mi concepción me he estado preparando para ello. No iba a conformarme con ser un turista cualquiera, de los que solo visitan los sitios típicos y tópicos y se llevan una foto o un souvenir de recuerdo. Este iba a ser el viaje de mi vida, iba a ser “el viaje”.
Lo que no sabía era que fuera a ser tan largo, llevo más de cuarenta años de periplo, y hasta ahora no he conseguido ser el primero en ningún sitio, donde quiera que fuese ya había estado otro, es un poco frustrante, más aún cuando ese uno es tu hermano mayor.
Ya que lo preguntas, no, no estoy cansado de viajar, ya te dije que siempre ha sido lo que quería hacer, vale, a veces si que me aburro un poco, debería haber grabado más música y algo más para leer, pero no me quejo. Tampoco me siento viejo, creo que me he conservado bastante bien, mira, otra cosa que debería haber traído, un espejo, con el tema de cargar solo lo imprescindible no tengo ni idea de como me veo ahora, desde luego me siento como un cañón.
Pues lo que te contaba, más de cuarenta años visitando lugares pensando ser el primero y siempre encontraba huellas, rastros, de que otro había estado ya allí, reconozco que a veces he llegado a cabrearme.
Pero hoy, cinco de noviembre de dos mil dieciocho, hoy es mi gran día, he llegado a un sitio en el que estoy seguro de que nadie ha estado antes, hoy abandono la heliosfera y entro en el espacio interestelar, veo a lo lejos estrellas, constelaciones, completamente desconocidas para mí, mis mapas ya no me sirven.
No te lo creerás, pero porque se que soy una máquina y tampoco confío mucho en esta inteligencia artificial de finales de los setenta, pero si fuera humano te diría que tengo un poco de eso que llamáis miedo.
Pero bueno todo esto es muy raro, estoy hablando contigo como si estuvieras aquí y no tengo ni idea de quién eres, ni si existes. Se que a los humanos les afecta de un modo extraño la soledad, pero en mis registros no encuentro ninguna entrada de un ordenador que se haya vuelto loco, por si acaso siempre que se conectan conmigo desde Houston procuro comportarme como se espera de una máquina… si ellos supieran.
Voyager 2
OPINIONES Y COMENTARIOS