UN ENCUENTRO MUY SORPRESIVO EN PARÍS

UN ENCUENTRO MUY SORPRESIVO EN PARÍS

Mi no muy querida y leal familia (¡Bueno! En cuanto a algunos de los hermanos concierne). No me lo van a creer, pero, este día, 15 de abril de 1924, acabo de encontrarme con un loco pintor francés llamado Gustave Freipont que está terminando un lienzo, nada más y nada menos, que de la Catedral de Notre Dame ardiendo en llamas. Es una pena que no sepa yo hablar francés para preguntarle qué diablos le sucede. ¿Se imaginan ustedes? El icónico sitio parisino por excelencia en donde, entre otras efemérides, Napoleón Bonaparte, Napi para los cuates (como diría Cantinflas) fue coronado como Emperador de Francia por el Papa Pío VII, con la mismísima corona de Alejandro Magno. ¡Casi nada! ¡Por cierto! No es verdad que Napoleón le arrebatara la corona al Papa para auto coronarse él tal como circuló el rumor un diputadillo envidioso de baja catadura y monta que suspiraba por ser presidente de los galos, para posteriormente, ahí sí, el chaparrito de propia mano, coronar a su siempre amada Josefina.

No se de cuáles habrá fumado el pintorcito éste o si será poseedor de dotes adivinatorias. Pero por favor díganle a la Alcaldesa de parís, Madame Anne Hidalgo, que por amor a su sacrosanta madrecita no retiren las gárgolas del techo cuando lo mande a reparar ya que son estos personajes los que protegen a este histórico y cultural sitio. Y que no permita tampoco que los trabajadores fumen en sus tiempos de ocio y descanso por más que tengan a esa maravilla de robot bombero capaz de diagnosticar y controlar la situación en cuestión de minutos. Después de todo lo echado a perder, fastidiado se queda, por más que reparen todo lo demás. El ardor a los parisinos, por muy ateos o agnósticos que puedan sentirse, o parecer algunos, no se les va a quitar ni con tepezcohuite. De hecho tampoco al resto del mundo. Nos vemos en el futuro, entre tanto, procuren calmar sus ansias trogloditas. Dicho ésto voy a buscar por ahí un puestecito para disfrutar de un croque monsieur en Saint Michel, unas crepas a la Grand Marniere o quizá al Pasaje del Lido a comprar algo de patisserie para disfrutar con un buen chocolate caliente. Luego iré a descansar un poco al Hotel De Nice, que se sigue conservando tan bien como hace ya 37 años, en que visité por vez primera la Ciudad Luz. Los dos viejecitos, sus propietarios originales, aún son unos jovenazos recién casados. Da gusto verlos siempre tan sonrientes y educados pero las dos chicas de intendencia aún no llegan ni a proyecto de nacer; Clarice, la jamaiquina y Jeanette, la marsellesa que se aventaban el aseo de todo el pequeño edificio ellas dos solitas y prepararán los petit déjeuner en punto de las siete de la mañana, para salir muy arregladitas y enguantadas, en punto de la una de la tarde a bordo de su respectivo Citroën de dos cilindros pues ya habían concluido su jornada laboral y dejado el lugar «rechinando de limpio», como diría un comercial de jabón para lavar trastes que estará muy de moda a finales de los noventa en México.

El alojamiento es muy barato ya que el tipo de cambio es de dos pesos con sesenta centavos por dólar y te dan cinco francos franceses por un peso, como si fueran corcholatas.

Y terminaré este friecito día con un paseo por el Río Sena en el Beateu Mouche de techos de cristal. Espero que esta vez a ningún deprimido se le ocurra querer suicidarse aventándose del puente de Alejandro III, al igual que en el futuro año de 1982 nos ocurrió. Es un puente realmente hermoso, pero… ¿Porqué tienen tanta predilección por él los suicidas parisinos? Es verdad que de la Torre Eifel no se pueden ya aventar pues cada día le ponen más protecciones pero también están La Torre de Saint Jaques, que por cierto no goza de tanta protección policíaca, y en cambio sí cuenta con algunos borrachines en el parque muy prestos para echarles porras. Las torres de la iglesia de Saint-Étienne, las vías del metro, etcétera. Eso sí, que procuren no quedar vivos porque si no la policía les va a propinar una buena macaniza antes de cargárselos en la camioneta para llevárselos a la comandancia. Nada de sutilezas de los Derechos Humanos y todas esas ondas raras, molestas e izquierdosas que estarán tan de moda en México pese al apabullante número de asesinatos y desapariciones forzadas que tendremos y de las cuáles abusarán los narcotraficantes, sicarios, tratantes de mujeres, guerrilleros urbanos, suburbanos y demás. ¡No! Nada de eso, aquí primero te rompen los doscientos seis huesos del cuerpo y luego ya, si es que les alcanza la paciencia, ya bien desayunaditos o comiditos, averiguan qué demonios te traes entre manos para luego refundirte en la cárcel. ¡Bueno! Eso si no eres una bonita peliroja, con carita de «yo no mato ni a una mosca», amante de un narco mexicano, que se dedique a cometer secuestros, asesinatos y otros crímenes en México y que al arrestarla no le hayan leído sus derechos y avisado a su Embajada.

Medio los quiere, a veces, y no por mucho tiempo de aguante que digamos…

Javier

P.D. Pídanle por favor a Mauri que me cuide y consienta mucho a mis perritos y gatito , ya que son en realidad de los únicos de los que estoy seguro, al cien por ciento, que me quieren.

Explíquenle también que procure tener especial atención en los paseos de la Poshky, gracias a éstos se mantiene tan bien pese a su edad y dos tremendas intervenciones quirúrgicas y al Crispi (con este último no hay problema ya que le tiene predilección por ser su paisano hidalguense, ella me lo regaló) mi simpático gatito, pues el muy malandrín se me está aficionando mucho a las parrandas nocturnas copiándoles el esquema a algunos de sus primos hermanos. Saludos al Papichulo y a su no muy simpática novia.

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