El respiro de la vida – Infraleve
Algo tan sutil, pero tan obvio a la vez, que al acostumbrarte comienzas a ignorarlo. Lo automata se vuelve furtivo, al punto de suponerlo un hábito. Un hábito que, cuando cesa, se vuelve vital como respirar.
1184participaciones
Admisión de originales: del 7 de diciembre de 2022 al 23 de marzo de 2023 (la fecha de entrega se ha ampliado)
Periodo de votaciones: del 24 de marzo al 23 de abril de 2023
Fallo del Jurado: el 19 de mayo de 2023
Algo tan sutil, pero tan obvio a la vez, que al acostumbrarte comienzas a ignorarlo. Lo automata se vuelve furtivo, al punto de suponerlo un hábito. Un hábito que, cuando cesa, se vuelve vital como respirar.
Y mientras camino abrigada hasta el cuello, el aire del invierno se me pega a la cara como una máscara helada. Me gusta sentirlo, me gusta reconocer el contorno de mi piel sin la necesidad de lo tangible… Me gusta saber que los elementos pueden definirme de alguna manera…
La liviandad de mis dedos al quitarme los anillos
De las cenizas siempre va a surgir el bello fuego de un hermoso fenix
Los infraleves ¿Por qué llegaste? Yo solamente quería esperarte, llenarme de tu vacío.
Un cigarrillo, una red de industrias, un panorama aterrador de horror industrial, las casas deformes, una queja a los dioses, la miseria de un genocidio encubierto llamado Conquista de América, que mas podemos agregar al vaticinio de un poeta despierto por el frió polar de esta Megalopolis de Soledad, en el que nos mira desde...
Cuando encuentras a la ex entre las fotos de tu actual pareja (edición artesanal, 1948).
RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… —Ponelo un poco para mi lado, también. —¿Por qué? Ahí está en el medio. —No está en el medio. A vos te llega más aire… —Sí, está. —No está. —Sí, está. —Sos un bobo. ¡Vas a ver! RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr… RRRRrrrr…...
¡Pestañeaste! ¡Gané!
Infraordinario. Dan las ocho de la mañana y yo ya aseguro los cordones de mis patines. Aún no ha llegado nadie más a la pista y todo está en silencio. Al atravesar la vaya la niebla se arremolina entre mis pies y consigue calmarme. Inmediatamente, el sonido de las cuchillas cortando el hielo me acelera...
Me habían advertido pero no los quise escuchar. Una gota de sudor corre por mi frente compitiendo con las muchas otras que empapan la tela de mi espalda. No sé si mis piernas podrán sostener mi cuerpo cuando pronuncien mi nombre. ¡Era tan fácil imaginar este momento hace unos meses! Se me viene a la...