Infraordinario

Hay una grieta en la pared del dormitorio, la descubro una mañana con sorpresa; al día siguiente la vuelvo a ver. Con la rutina diaria se me olvida su existencia ; el fin de semana me sobrecoge su presencia. Óscar no se inmuta, parece no reparar en ella. Las semanas pasan y sigue ahí perturbadora, inalterable. Coloco una cómoda delante de ella, ya no la veo. Desde ese día se cuela en mis sueños, se inmiscuye en un sueño placentero destruyéndolo sin piedad. Ayer en el techo de la oficina descubrí una grieta pequeña; Alicia, mi compañera, se extrañó de mi buena vista, ella es incapaz de verla. En las noches la grieta va creciendo, me engulle, intento salir, pero las alimañas que crecen en su interior me lo impiden. Despierto sin aliento, empapada en sudor, enciendo la luz, el móvil me informa que son las dos de la mañana, no me atrevo a mover la cómoda.

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