La ventana indiscreta

La ventana indiscreta

Martina

02/03/2023

Abro la ventana buscando alguna distracción. He venido un mes a la casa de un colega a la montaña porque me he lesionado el tobillo izquierdo, esguince grado tres. Le dije al médico que me lo hice jugando a fútbol, pero en realidad me comí un bordillo cuando iba a tirar la basura, menuda estupidez. El sauce llorón sigue allí. Hoy no hace viento. Su quietud me molesta, pero igualmente agradezco que sea incondicional. El ‘clonc clonc’ del cencerro de las vacas también me saluda. Guiño un ojo y hago ver que las acaricio con mi dedo índice. A veces juego a agrandarlas y encojerlas como si estuvieran en el móvil y me imagino que una vaca gigante invade mi ventana; entonces me agobio: ‘maldita vaca, inundas mis pensamientos’. Luego la hago pequeña y la mando lejos con las demás: ‘tú a lo tuyo y yo a lo mío’. Veo una cría de gaviota sola y me pongo nervioso buscando a su madre. Joder, las madres se ponen agresivas si las pierden. Enseguida desaparece de mi vista y a continuación entra en escena una chica paseando con un rosario en la mano. Lo agarra con fuerza. Mi reino por unos prismáticos. Me gustaría ver con qué intensidad lo aprieta, si los dedos se quedan blancos o no. El cuerpo está inclinado ligeramente hacia delante. Pasea con la boca abierta sumida en un cántico que me parece desesperado. ‘¿Le ha pasado algo, o lo hace cada día?’ Es la primera vez que la veo. Me suena el móvil, es mi madre. Me dice que no me rasque, que se me podría infectar y en ese momento cojo una aguja de ganchillo que encontré en un cajón del comedor y me rasco, qué buena sensación. Le explico lo de la cría de gaviota y me dice que soy idiota, que cómo va a haber gaviotas en la montaña. Me siento imbécil, le pido perdón y cuelgo avergonzado. Vuelvo a mirar. La chica se ha ido.

Oigo voces en la casa de enfrente. Me planto a la pata coja delante de la mirilla. Una mujer mayor con muchas arrugas y pocas canas abre la puerta, abraza a la chica del rosario y, acariciándole el pelo, le dice:

―Cariño, ahora sí, mamá se ha ido.

Vuelvo a la ventana. El bebé pájaro da tumbos mientras el sauce sigue en silencio.

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