El imperio de la luz

Relato infraordinario.

Palmo a palmo la luz desciende y avanza por el suelo helado. Reptan las sombras, se esconden entre los recovecos de la hierba, huyen del calor apolíneo que coloniza su reino. Se ocultan bajo las rocas que se calientan recordando su naturaleza volcánica. Recuerdan los estertores de la tierra, las ebulliciones de las que nacieron, gloriosas; vuelven a la juventud.

Al sentir el sol calentando su roca, las venas se sienten flexibles. La sangre empieza a fluir con fuerza y las patas le llevan a buscar la luz. La lagartija se sabe viva, reacciona antes de que el zarpazo del gato la alcance.

A él no le importa, incluso le desagrada el imperio luminoso que comienza. Huraño, lanudo y quejándose busca con la mirada en donde esconderse; se mete en el registro del agua, que alguien olvidó cerrar, antes que la mujer pase con el perro, corriendo tras la rutina diaria. Nunca le alcanzan, pero siempre van con ella.

Una mariposa danza en el aire, como buscando pareja para su balé. No sabe que en la ciudad las mariposas existen una a la vez, que necesita buscar en el pasado o en el futuro, nunca en el presente.

Las tórtolas cantan, junto a un gallo lejano, parece que siempre hay un gallo. El ruido de la carretera cercana nos recuerda que se acabó la hora de Hipnos.