(INFRAORDINARIO)

Los caminos que recorremos a diario dejan de sorprendernos por la costumbre, por lo habituado que estamos. Hasta que un día amanece nublado, el sol no brilla allá en lo alto y solo captamos las luces que se reflejan sobre el húmedo asfalto. Entonces te das cuenta que no has escuchado al mirlo cantando. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Se terminaron la primavera y el verano.

El musgo que recubre aquél asiento de cemento, los espacios que las lluvias han dejado entre las raíces, el resbaloso fango sobre el camino, todos atestiguan que el invierno ha llegado.

Avanzamos cuidando cada paso, para no caer en seco, o mas bien mojado. Al arribar a casa el frío nos invita a tomar café, sabemos que es cálido, pero también amargo.


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