12 de febrero de 2023. Nueve y media de la mañana.

Me desperté sabiendo que día era hoy. Subí las persianas y miré por la ventana. Un día radiante, como los que te gustaba. Me pregunto: ¿porqué?, ¿porqué te tuviste que ir? Ya han pasado los años, pero se siente como ayer cuando me dieron la noticia entre suspiros y lágrimas.

Me dijeron de ver el lado positivo, ya has dejado de luchar. Pero no sabían que mi luchador favorito, se había ido. 

Recuerdo lo afligida que estaba. Me dolía el abdomen de llorar tantas saladas lágrimas. Fue el único día que no vi ni una sola sonrisa al mencionar tu nombre. Llegué a un punto, el cuál me empecé a reír. Esto no me podía estar pasando a mí, pensaba que todo era una mentira. Cruelmente, no lo era.  

Después de unos meses, nadie se había acostumbrado a tu ausencia. La gente me seguía preguntando como estabas de tus molestias y si seguías manteniendo la misma sonrisa de siempre. Desgraciadamente, les tuve que decir que tu sonrisa ya se apagó.

Andaba por las calles del pueblo, atenta, si en algún cruce o bar estabas tú. Nunca te encontraba. Gritaba tu nombre de vez en cuando en casa esperando una respuesta tuya, pero esta nunca llegaba. 

Poco a poco, tristemente, me di cuenta que ese sillón del comedor nunca más iba a volver a ser ocupado por ti. Que aquellos perros de la estantería nunca tendrán un nuevo hermano; los crucigramas que tanto disfrutabas hacer, nunca iban a ser acabados; aquellas chaquetas de cuadros que tanto te gustaba ponerte, ahora su único propósito será coger polvo; y aquellas palabras de cariño no las iba a volver a escuchar. 

Volví a sonreír. Pero en cada sonrisa o carcajada me acordaba de ti. Te encantaba que me riera y a mí me encantaba ver aquel sutil brillo en tus ojos. Supongo que los dos nos quedamos sin ese privilegio. Me prometí que seguiría riendo por ti y por tantas veces que tu reíste. 

Volví a la vida «normal», sin ti. Más fría, más apagada, pero volví.

Y ahora cada noche miro a la misma bella Luna que tu mirabas en las calurosas noches de verano en el balcón. Siempre resplandeciendo con el mismo brillo que tu tenías en los ojos. 

Sigue siendo 12 de febrero, un día más del año. Un día con recuerdos. 

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