El sutil aroma de tu piel

relato infraordinario:

Aún conservo el inefable aroma de su cuerpo. No en mi piel, si en mi mente. Fueron unos cuantos segundos para el resto de la humanidad; sin embargo, para mí, fue toda una eternidad.

Nos topamos en el centro de la plaza y aunque en mi andar rocé a muchas personas, de manera involuntaria, con ellas no sentí la explosión interna como la experimenté con ella. Fue como si un volcán hiciera erupción dentro de mí, como si una fuerza extraña me impulsara a ir detrás de ella con el único fin de volver a sentir su exquisita fragancia corporal que estaba a punto de volverme loco.

Y así lo hice.

En la plaza había miles de olores, algunos agradable, otros no tanto, no obstante, el aroma de ella lo podía distinguir entre la multitud. Sin verla, podía sentir la sutil corriente de aire que se producía al mover sus contorneadas caderas al caminar. Todo un espectáculo digno de admirar que la convertía en el ser más hermoso de aquella noche de verano.

Aceleré mis pasos con la idea de alcanzarla. Quería conocerla, saber quién era, de dónde venía y para dónde iba.

El mundo parecía que avanzaba en cámara lenta o que el universo conspiraba a mi favor, porque en pocos minutos la divisé en medio del gentío. 

Giró su rostro y nuestros ojos se toparon por una fracción de segundo. Su mirada era cálida, reflejaba una paz interior. Su sonrisa se mostró esplendida. Sus dientes chocaron entre si produciendo un singular sonido que por un instante sonó como la más bella melodía jamás interpretada; pero, así mismo, significó devolverme a la cruda realidad. 

Esos sonidos y aromas que producían aquella espectacular mujer, tenían dueño. Un joven mulato que venía detrás de mí, por lo tanto, esa mirada era para él. 

Vi cómo se abrazaban. Algo que yo nunca podré hacer con ella, sencillamente porque entre ellos se veía y se sentía el verdadero amor, en cambio mi sentimiento solo fue una ilusión que nació con el chasquido que produjo el roce de nuestros cuerpos