Relato Infraordinario: Habíamos ido a pasar unos días al interior del país, un pueblo pequeño con pocos habitantes. Paseamos por sus calles amplias donde se respiraba historia. Nos llamó la atención la particularidad de sus casas: Todas tenían un asiento en su vereda con sus improntas peculiares, por supuesto. ¡Ja! Particularidades de la época, pero tan inusual para nosotros… los porteños.
OPINIONES Y COMENTARIOS