Un pueblo entrerriano

Antes de despertar, soñaba que en el pueblo (Liebig) había vampiros. El pueblo tiene, objetivamente, un tono de vampiros y de fantasmas.

Es muy pequeño, muy viejo, sobrevuela la sombra del frigorífico vacío y desmantelado, pura chatarra y recuerdos.

Más presente lo que fue que esperanza alguna.

Las altas filas de pinos y la sombra sobre las calles de tierra.

El diseño con patio en el medio de la manzana, con la vida que fuera vuelta hacia adentro del diseño de pueblo de los ingleses.

Las casas de los gerentes, parques de calle a calle, árboles centenarios. Y puro sol con demasiada historia, un sol ominoso. La sombra de los ingleses, cuando antes de la guerra y de Perón, andaban por estas latitudes como Pancho por su casa.

Por suerte está Francesca, que encanta, y desencanta cualquier maleficio.

Ella es la cruz de plata y vida que los mantiene a raya. A los vampiros.

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