INFRARELATO

Todo comenzó en aquel bar. Poco a poco, como comienzan las enfermedades, como empieza el desamor, sin ruido, sin conciencia, sin olor. Empezó con una partida al acabar de trabajar. Y un vino. Cuando se quiso dar cuenta se había pasado al coñac y pasaba más tiempo en el bar que en su casa. Al principio no jugaban dinero, hasta que una noche, borrachos como cubas, se jugaron la paga de una semana. Al día siguiente se jugaron la del mes completo. Al amanecer del quinto día lo había perdido todo.

Se despertó desazonado, sudoroso, envuelto en una bruma de alcohol y culpa y de golpe recordó. Se arrastró a la ventana, cubierta de escarcha. Miró la cama deshecha, la ropa tirada por el suelo y apartando la cortina se miró en el cristal. Era esa hora en que la verdad se abre paso sin remedio. Estaba saliendo el sol. Se cubrió con una manta y se asomó al balcón. La cabeza le estallaba. Los vio venir, en fila como un ejército de hormigas y recordó que había dejado la escopeta junto a la cama. Por un instante pensó que le daba tiempo a matarlos a todos. Alzó la barbilla y abriendo la puerta de su habitación, salió al balcón, completamente desnudo, dispuesto a matar y a morir.

No habían llegado a la puerta cuando le vieron meterse la escopeta en la boca, sonó un disparo y una lluvia de sangre y sesos cayó sobre las cabezas de sus enemigos.

ALICIAG-J

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