La tarde de un 25 de diciembre, decidí que quería dibujar una corona de flores a mi muñeca nueva. Fui corriendo donde mi abuelo y se lo dije. El, ingenuamente, tomó su boli Bic y comenzó a dibujarlas. El haría cualquier cosa por su niña. Cuando acabó, empezó el llanto.
Ahora, esa muñeca es un bonito tesoro.
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