El elixir – Infraordinario

El elixir – Infraordinario

A las cuatro de la mañana desiste de tratar de dormir. Se sienta en la cama y baja las piernas. Se pone las pantuflas, pero una de ellas se desliza mucho más lejos de sus pies. Su cara se enrojece. Pone las manos sobre la cama para ayudar a erguirse. Se para y suspira. Caza la pantufla fugitiva estirando una pierna y haciendo balance con los brazos como si fuera un avión.

Dos horas después, ya vestido, camina con pasos cortos hasta la cocina.

Habla solo, con cotidianeidad. Ya está listo el café, confirma. Lo cuela con la manga marrón que cuelga de la manivela de gas y gotea sobre los azulejos. ¡La tostada esta carbonizada! No exageres. Se contesta como si hablara con Clarita. Cuando camina oscila. Se tira sobre la silla de la cocina. Se encoge de dolor por un segundo. Carraspea.

Toma su café de a sorbitos. Qué caliente que está. ¡Quema! exclama.

Ni bien termina el café, todos sus pensamientos vuelan nuevamente hacia el problema. ¿Me arriesgo o no? Es mucha plata, pero la salud es lo único que tengo. Desde que Clarita se fue…gime.

¿Y si son tránsfugas? ¿Como sé si no me envenenan? Primero tengo que pasar por el banco y sacar todos los ahorros. Pasan unos segundos. No me va a quedar nada. ¿Pero para que los necesito? Se ríe. De vacaciones no voy hace …. Trata de recordar cuando fue la última vez que no durmió en su cama. Qué importa ahora. No importa nada. Grita sin molestarle que los vecinos escuchen. ¡Qué mierda quieren escuchar! ¡No me importa nada! ¡Nada!

Respira hondo y cada respiro suena como una máquina vieja y poco aceitada. Se calma mientras enjuaga su taza roñosa con agua de la canilla, sin jabón. La mesada sigue llena de miguitas. Si Clarita estuviera viva, me diría que me van a robar. Y empezaríamos una de esas roscas. Sonríe. Esas peleas que teníamos…. Siempre terminaban mal. Yo le decía que no me enojara, pero ella se empecinaba. Hasta que la mano me saltaba y cruzaba todo por delante.

Solloza. Ya no está. No tengo a nadie. Ni siquiera a Clarita. Se limpia los mocos con la manga del saco mientras camina despacio hacia la puerta que cierra detrás suyo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS