Algo tan sutil, pero tan obvio a la vez, que al acostumbrarte comienzas a ignorarlo.
Lo automata se vuelve furtivo, al punto de suponerlo un hábito.
Un hábito que, cuando cesa, se vuelve vital como respirar.
Algo tan sutil, pero tan obvio a la vez, que al acostumbrarte comienzas a ignorarlo.
Lo automata se vuelve furtivo, al punto de suponerlo un hábito.
Un hábito que, cuando cesa, se vuelve vital como respirar.
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