Bebo café en la taza sin enjuagar, allí dentro; la cuchara. Un sorbo, y ésta gira, golpea sobre la comisura superior derecha, otro sorbo e impelida, como un resorte, impacta en mi mejilla. Ya incómoda la observo en aquella taza, la odio, pero no lo suficiente. Bebo, molesta, con el roce constante de aquel elemento metálico. Termino mi café, y allí quedan; taza y cuchara, esperando a la siguiente mañana.

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