Contuso, suena un pequeño chasquido, expectante, sencillo, insignificante… Originado en la esquina.

Lo suficientemente rápido para pasar desapercibido, pero importante y trascendente.

Desconcertantemente, activa todo el circuito; disciplinadamente cuál hormiguero, el escuadrón – ya con práctica – se pone en fila para amortiguar. Cada célula del engranaje está cumpliendo con su papel.

1 segundo: imperceptible;

… 4 décimas después: un vacío;

… 7 decimas: un punzón pequeño, tenaz como un bisturí va subiendo poco a poco, recorriendo la ruta a la velocidad de la luz, se apodera de la parte baja, inutilizado su actividad.

A las 9 décimas, continúa su ruta, con un pequeño estirón en la cintura lateral, limitando su movimiento…

Todo se ensordece y de repente… una réplica ¡Chaz!

Como un sonar a los 2 segundos se reactiva. El punzón recorre ahora más rápido y se sienta en la clavícula.

El primer intruso resuena en la boca, en un instinto de supervivencia- ¡Ay¡- gritó, el sentimiento se esfuma.

El segundo impulso, continúa el recorrido; al llegar a la cabeza resuena, implosiona, se revienta y se esfuma ensordeciendo todo, nublando la mente por 3 décimas de segundo.

…3 segundos: un silencio, como si nunca hubiera estado allí y de repente…

…4 segundos: solo late, en una cadencia cada vez más imperceptible, hasta desaparecer.

Se puede ver a todo el equipo trabajando en la uña del pie que solo está roja, mientras la esquina cansada de lo mismo, muda e inmóvil no se puede quejar.

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